Por Equipo Editorial
CRÍTICA URBANA N.7
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¿Qué hace a ciudadanos y ciudadanas, de distintas edades, color político y clase social, reunirse en torno a la defensa del Patrimonio? Y desde esta pregunta, entonces ¿Qué y cómo intervenir en áreas patrimoniales?
La ciudad cambia constantemente. Ciertas zonas se reconstruyen, otras se extienden en nueva planta, mientras otras se degradan. Estos procesos suceden bajo múltiples condicionantes pero con tres grandes agentes implicados: Estado, ciudadanía y mercado. Estos tres agentes tienen naturaleza diversa y por ello deben ser tratados de forma diferenciada. Las fuerzas con que opera cada uno son diferentes, como también sus derechos y obligaciones. Cuánta fuerza adquiere cada uno, es una batalla que se vive a diario en donde opera la renovación urbana y donde, dependiendo de los principios bajo los que se opera, sus habitantes se verán beneficiados o serán expulsados de sus barrios. Se fortalecerá el tejido social y económico local o se vaciará de habitantes y el comercio local será arrasado por tiendas multinacionales. El Estado interviene, de manera activa o pasiva, en ese resultado. Es el Estado el que debe regular los usos en las áreas patrimoniales y el que debe asegurar el respeto a los derechos de las personas. La protección física de los bienes no asegura por sí sola el equilibrio de la vida urbana.
El Patrimonio es el esqueleto de la Historia, su estructura y fundamento No sólo debe considerar las grandes muestras del arte, de la riqueza, la religión o la milicia, sino que debe abarcar todos los aspectos que constituyen la historia de la cultura. El patrimonio popular es el fundamento de una historia pocas veces escrita, porque es la historia de los perdedores: la memoria de tantas luchas, unas veces heroicas y otras muchas silenciosas, pero casi siempre ignoradas. Por eso es tan importante, para nosotros, mantener esos testimonios como lo es, para otros, eliminarlos. En este proceso de eliminación de la memoria concurren tres factores: no se admite otra historia -ni otra memoria- que la suya; se quieren borrar las huellas del abuso y la injusticia sobre la que se escribe la historia oficial; el tercer factor, en parte consecuencia de los dos anteriores, es la invisibilidad; invisibilidad que legitima la discriminación en el presente y hace perdurable -y naturalizada- la desigualdad. El Patrimonio transmite qué ha sucedido y cómo ha sucedido, muestra lo que ahora se es y define lo que se pretende ser como sociedad: qué valores, experiencias y protagonistas queremos que formen parte de la historia que está por escribir, la historia de nuestra identidad.
Desde esta perspectiva, que el Patrimonio es mucho más que un bien físico arquitectónico, hemos reunido a autores de diversos países y con distintas experiencias en torno a la conservación patrimonial: desde su reivindicación en casos de amenaza, a casos de gestión, preguntándose y proponiendo cuáles debieran ser los parámetros de una intervención y una gestión integrada.
La entrevista de este número se dedica a una ciudadana, académica y activista que de manera sigilosa, constante e inteligente ha permanecido en la batalla de la defensa del Patrimonio de su ciudad. Ella es un ejemplo de muchas otras personas que se entregan al estudio y defensa del Patrimonio, como lugar de vida y no como escenario, como lugar con múltiples historias y no sólo con un slogan; personas que quieren seguir viviendo en sus barrios y, entre oleadas y oleadas, resisten y aprenden a convivir, a perder, a ceder, a cambiar y, a veces, a ganar.
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Para citar este artículo: Equipo Editorial. Patrimonio y transformación urbana. Crítica Urbana. Revista de Estudios Urbanos y Territoriales Vol.2 núm.7 Patrimonio. A Coruña: Crítica Urbana, julio 2019. |