Por Xavier Peradalta; Ramon Piella; Jordi Serratosa |
CRÍTICA URBANA N.19 |
“… qué tipo de problema plantean las ciudades: el problema de manejar una complejidad organizada.” Jane Jacobs, “Muerte y vida de las grandes ciudades”
Las calles de nuestras ciudades son el escenario donde se despliega buena parte de la vida humana, y con ella todo tipo de intereses y expectativas, a menudo en conflicto. Los análisis de caminabilidad proyectan sobre ellas una mirada diversa y precisa, ofreciendo a las ciudades nuevas herramientas con las que abordar la compleja relación entre las personas y su espacio público.
Las palabras de la considerada referencia entre los analistas de la caminabilidad, citadas más arriba, son un reflejo de la dificultad que rodea a cualquier iniciativa que tenga como objetivo intervenir en los asuntos que conciernen a las calles de cualquier ciudad y a los ciudadanos que transitan por ellas.
Jane Jacobs era muy crítica con los urbanistas, pues consideraba que abordaban dicha realidad desde un punto de vista demasiado especializado y eso les apartaba de las vivencias cotidianas de los ciudadanos. Hay que situar sus ideas en contexto y recordar que son una reacción al urbanismo imperante en las ciudades norteamericanas de mediados del siglo XX, heredero a su vez de propuestas urbanísticas un tanto idealistas y alejadas de la realidad.
Cierto que el urbanismo supo corregir algunos errores pero, más de medio siglo después, viejas y nuevas formas de discriminación siguen tensionando nuestras ciudades. Así que sus ideas, debidamente actualizadas, mantienen hoy cierta vigencia.
Jane Jacobs estaba preocupada por la seguridad de las calles y defendía que una presencia constante de vecinos en ellas las hacía más seguras. Creía que ese uso intensivo era proporcional a la cantidad y variedad de establecimientos comerciales ya que éstos las hacían más atractivas. Era también partidaria de que los niños jugaran en la calle y para ello consideraba clave una buena urbanización de las aceras. No censuraba la presencia de los coches; al contrario, consideraba que éstos contribuían a la animación de las calles.
La seguridad de las calles sigue siendo hoy una cuestión prioritaria. Los excesos del tráfico motorizado, sumados a la reciente proliferación de bicicletas, patinetes y otros tipos de vehículos de movilidad personal, nos incomodan cuando paseamos, así que se ponen límites a la velocidad. Las estadísticas de criminalidad nos siguen preocupando, con lo que se establecen índices de luminosidad nocturna y se diseña la señalización urbana para evitar que nos extraviemos cuando caminamos por calles desconocidas.
El ocio y el consumo dinamizan nuestras ciudades. Nos atraen las calles con mayor diversidad de oferta y amplitud de horarios; y cuanto más atractivas son, más las frecuentamos y más tiempo pasamos en ellas. Las administraciones regulan las actividades y los horarios.
Hemos progresado en calidad de vida y con ello nos hemos vuelto más exigentes. Queremos calles limpias, cómodas y bien ordenadas. Los proyectos de urbanismo definen el pavimento, diseñan el alumbrado y escogen un mobiliario moderno y variado.
Vivimos en ciudades densas y ajetreadas, que precisan de una movilidad ágil y diversa. Las calles sirven a diversos modos de desplazamiento. Agradecemos el autobús cerca de casa pero no queremos camiones; salimos fuera con el coche los días festivos pero durante la semana lo aparcamos en la calle. Se distribuyen los usos del viario: carriles para bicicletas, para el autobús, para aparcamiento …
Seguridad, atractividad, urbanización y usos del viario. Los actuales estudios de caminabilidad retoman aquellas ideas y las actualizan. Y enriquecen su propuesta atendiendo también a los nuevos intereses de nuestras modernas ciudades.
El clima y la salud de nuestro planeta son hoy motivo de preocupación. Adaptamos poco a poco nuestros hábitos a las posibilidades de un medio ambiente más frágil de lo que creíamos. La calidad del aire que respiramos es analizada, y también el volumen del ruido que llega a nuestros oídos Y los proyectos de calles y plazas incluyen elementos que protejan del sol o de la lluvia.
A medio camino entre la apuesta por un entorno más sostenible y el deseo de calles más agradables, una vegetación abundante nos parece crucial cuando buscamos un barrio o una calle donde vivir. Se proyectan zonas verdes, se estudia qué especies vegetales se adaptan mejor a cada clima y se calculan los costes de mantenimiento.
La red viaria ofrece un sinfín de conexiones. ¿Por qué repetir la misma ruta cada día? Nos gusta elegir entre distintas opciones; nos gusta improvisar. Agradecemos que al llegar al final de un tramo de acera podamos continuar en la misma dirección o cruzar a la otra acera si nos apetece. Se diseñan los cruces, se colocan semáforos y se pintan pasos de peatones.
Sabemos que nuestra sociedad acoge una gran diversidad de orígenes y circunstancias personales. Nuestras ciudades son la puerta para su integración en igualdad de condiciones. Unas calles inaccesibles pueden excluir a determinadas personas o colectivos. Se adaptan las aceras, se construyen rampas y se diseñan los cruces siguiendo la normativa de accesibilidad.
Así pues, a las expectativas en torno a la seguridad, la atractividad, la urbanización y los usos del viario añadimos hoy nuevas exigencias relativas a la sostenibilidad, la vegetación, la conectividad y la accesibilidad.
Los diseñadores y los gestores del espacio público aprenden a manejar parámetros tan dispersos como el tipo de hoja de los árboles, la orientación de los edificios y su altura, la cantidad de bares o restaurantes, la anchura y la pendiente de las aceras, el tipo de mobiliario urbano, el número de pasos de peatones en un cruce, los niveles de iluminación nocturna, la proporción de carriles-bici, etc.
Ciertamente las calles son complicadas. Y los que las usamos también. En los días de verano el calor sofocante nos impele a buscar protección y frescor bajo las sombras de los árboles, pero en invierno no queremos que nada se interponga entre nosotros y el abrazo del sol. Al volver a casa tras una jornada intensa la fatiga agradece que el taxi nos deje en la puerta de casa, pero el sábado por la mañana nuestros hijos bajan a la calle a jugar y nos disgusta que el paso de vehículos amenace la espontaneidad de sus juegos.
Protección, frescor, calidez, reposo, espontaneidad… son algunas de las sensaciones que las calles ofrecen a quienes transitan por ellas.
Los urbanistas manejan parámetros; los ciudadanos experimentan sensaciones. Unos diseñan las calles; los otros las habitan. ¿Es posible un lenguaje común? ¿Es posible parametrizar las sensaciones?
Las nuevas tecnologías digitales permiten hoy más que nunca responder afirmativamente a esta paradoja. Actualmente es posible la recogida de enormes cantidades de datos y su posterior gestión, con lo que se abren nuevas maneras de conocer la realidad de nuestras calles. Los estudios de caminabilidad avanzan gracias a los programas que facilitan la recopilación de datos y su procesamiento (Big Data) para convertirlos en información útil y gestionable.
La estructura de estas bases de datos permite integrar una gran cantidad de información y de muy variada procedencia, procesarla para reflejar sus múltiples aspectos y ajustarla a los objetivos. Esta capacidad de adaptación otorga a estos instrumentos un gran potencial y favorece la labor de los diseñadores urbanos. El fácil acceso a todo tipo de información y la posibilidad de cruzar y compartir datos de distintas fuentes enriquece la visión sobre la realidad urbana y ayuda a diseñar nuevas soluciones para las ciudades sostenibles, vitales y equitativas de hoy en día.
En todas partes los analistas pueden consultar estadísticas demográficas y sociológicas, pueden conocer al detalle la red de transporte público y saber cuántas especies distintas de árboles crecen en los parques y aceras. Pero los datos obtenidos deben recoger también la realidad concreta y propia de cada ciudad.
Es imprescindible una aproximación previa que permita definir qué vectores tienen mayor influencia en sus calles: un proceso participativo en el que los ciudadanos puedan exponer su punto de vista como usuarios del espacio público; una diagnosis basada en un buen conocimiento del territorio y en la competencia de los expertos; un contacto fluido con los responsables municipales que confirme y complete la lista de factores a tener en cuenta.
El análisis de caminabilidad reúne una base de datos actual y actualizable. Genera un modelo que puede ser monitorizado posteriormente a medida que se sucedan las intervenciones en la vía pública, observando cómo inciden en la evolución de los índices de caminabilidad. Permite también realizar simulaciones que muestren en tiempo real los diferentes estadios por los que pasa una ciudad, entendida ésta como un organismo vivo en constante evolución. Y además es suficientemente versátil como para realizar análisis concretos de determinadas rutas o ejes peatonales, enlazando los segmentos lineales que las conforman y obteniendo valores de caminabilidad acotados al recorrido escogido.
La tarea del análisis de caminabilidad es traducir las experiencias de los ciudadanos en datos medibles, parametrizar sus sensaciones y ofrecer a los responsables municipales un nuevo y potente instrumento con el que abordar el viejo problema de “manejar una complejidad organizada”.
Nota sobre los autores
Xavier Peradalta es arquitecto y Máster en Paisajismo por la Universidad Politécnica de Cataluña. Especialista en accesibilidad y Diseño Universal.
Ramon Piella es director de la Oficina Técnica de Accesibilidad de COCEMFE-Barcelona. Especialista en accesibilidad y Diseño Universal.
Jordi Serratosa es historiador por la Universidad de Barcelona. Consultor en innovación y accesibilidad. Facilitador de dinámicas participativas, especialmente en el Tercer Sector.
Los tres son integrantes del colectivo PAS >, consultoría especializada en accesibilidad y caminabilidad.
Para citar este artículo:
Xavier Peradalta; Ramon Piella; Jordi Serratosa. Caminabilidad: parámetros y sensaciones . Crítica Urbana. Revista de Estudios Urbanos y Territoriales Vol.4 núm. 19 Movilidad urbana justa. A Coruña: Crítica Urbana, julio 2021.