Por Yamilé Pérez Guilarte
CRÍTICA URBANA N.7
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Los intelectuales de vanguardia de la Cuba de los años treinta del siglo XX, protagonizaron un movimiento a través del cual reclamaban la urgencia de proteger las edificaciones y monumentos históricos, así como la necesidad de divulgar la cultura cubana.
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Como resultado de ese movimiento, en 1938 se fundó la Oficina del Historiador de La Habana (OHCH), encargada hasta la actualidad de la restauración y rehabilitación del centro histórico de la ciudad.
La labor realizada por esta institución fue reconocida por la UNESCO en 1982 al declarar Patrimonio de la Humanidad al Centro Histórico de La Habana y a su Sistema de Fortificaciones. Por una parte, se ha preservado una extensa red de instalaciones defensivas creadas entre los siglos XVI y XIX, que incluye algunas de las fortificaciones de piedra existentes más antiguas y grandes de América. Por la otra, aún se aprecia la excepcional arquitectura de los edificios, en especial los que rodean las plazas, que, compartiendo el espacio con edificios residenciales, brindan en su conjunto una sensación general de continuidad arquitectónica, histórica y ambiental.
Este artículo pretende presentar el modelo de gestión patrimonial e integral desarrollado por la OHCH en su centro histórico. Se abordará la estrategia llevada a cabo para restaurar el patrimonio arquitectónico y su reconversión para uso turístico a través de sistemas de gestión autofinanciados. De igual modo, es objetivo conocer las iniciativas para integrar a la población residente y evitar su exclusión a causa del turismo, importante fuente de ingresos en La Habana Vieja, y en Cuba, en general.
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El Centro histórico
El Centro Histórico de La Habana con una extensión de 214 ha (2,14 km2) se encuentra ubicado en el municipio Habana Vieja, del cual ocupa el 50%. A diferencia de otros centros históricos de América Latina, y en general de las áreas centrales de las grandes ciudades, posee un intenso carácter residencial. Su población es de 55.484 habitantes. De los 3.500 inmuebles existentes, el 78% es de uso residencial y más del 14% tienen un alto valor patrimonial (OHCH, 2016). El centro histórico se compone de dos zonas claramente diferenciadas desde el punto de vista urbanístico (Figura 1): la antigua ciudad intramuros, y la franja aledaña que fue urbanizada al derribo de las murallas y edificada entre mediados del siglo XIX y las primeras décadas del XX, constituyendo el barrio Las Murallas.
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El proceso de rehabilitación
El proceso que comenzó en 1967 con la restauración del antiguo Palacio de los Capitanes Generales, ubicado en la Plaza de Armas, fue extendiéndose a otros edificios históricos hasta llegar a un Programa de Rehabilitación Integral. De este modo, en 1981 comenzó la recuperación del Centro Histórico con el primer Plan Quinquenal de Restauración. En 1993 el Estado cubano declaró la Zona Priorizada para la Conservación (ZPC), y delegó competencias a la OHCH. De esta forma, determinó que la institución liderara un proceso de desarrollo integral pautado por la descentralización económica, sin precedente en el país.
En 1998 el Plan Especial de Desarrollo (PEDI) estableció las bases de la rehabilitación vinculadas a cinco políticas (OHCH, 2006): (1) salvaguardar la identidad nacional a partir de la investigación, promoción y desarrollo de la cultura, (2) proteger el patrimonio heredado, (3) evitar el desplazamiento de la población local, protegiéndola del impacto de la terciarización, (4) dotar al territorio de una infraestructura técnica y de servicios básicos de acuerdo a las necesidades actuales, y (5) lograr un desarrollo integral autofinanciado que haga recuperable y productiva la inversión en el patrimonio.
.Al PEDI le fueron sucediendo otros planes orientados a garantizar la continuidad de estas políticas, destacando en particular el programa social. En la actualidad está vigente el PEDI 2030, elaborado en 2016, cuyas premisas son lograr la sostenibilidad institucional, cultural, ambiental, social y económica. A través de estos planes se fueron restaurando monumentos y edificios históricos. En el proceso también se crearon instituciones para promover su uso turístico, como es el caso de Habagüanex encargada de la gestión hotelera.
Además de las instalaciones para uso fundamentalmente turístico, el programa social previó la creación de diferentes centros de índole social como: centros socioculturales, de salud, o educativos. Asimismo, los residentes fueron beneficiados por una política de contratación que les dio prioridad para la realización de los trabajos de restauración y otras actividades productivas.
Además, como parte del proceso de restauración, se incluyeron las viviendas de los residentes.Sin embargo el ritmo de la rehabilitación sigue siendo más lento que el acelerado proceso de deterioro físico al que está sometido esta zona. En 2002 el porcentaje de edificaciones en mal o pésimo estado era de 22,6% y en 2015 aumentó a 37,2% (OHCH, 2016). Al respecto, hay que mencionar algunos condicionantes. Por una parte, los fenómenos naturales, como huracanes, inundaciones y tornados, tan característicos de esta región, aceleran el deterioro de las edificaciones. Por otra, los procesos de rehabilitación están seriamente afectados por las sanciones económicas del embargo impuesto por el gobierno de los Estados Unidos de América. A pesar de estas limitaciones, se ha logrado garantizar en toda la zona unas condiciones básicas de saneamiento y de acceso a agua potable.
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Balance de la experiencia
La OHCH sustentó económicamente por 20 años un sistema que le permitió una gestión integral del territorio, basado en la restauración de las edificaciones, pero también en mantener un centro histórico “vivo”. Esta labor fue merecedora del reconocimiento internacional a través de varios premios (http://www.planmaestro.ohc.cu/index.php/gestion-del-plan/reconocimientos). Puede decirse que se trató de un modelo de gestión exitoso. Sin embargo, en 2015 la OHCH fue reestructurada según la política del país de independizar la actividad empresarial de la presupuestada, quedando como una entidad dependiente del presupuesto del Estado subordinada al Consejo de Ministros. Con esta centralización se produjo un retroceso importante, teniendo en cuenta que los sistemas descentralizados favorecen una gestión del territorio más eficiente, integrada, participativa, y sostenible. El modelo de la Oficina del Historiador de La Habana logró la integración de la población residente en el proyecto de rehabilitación y en la actividad turística. Esta iniciativa fue muy relevante a nivel nacional, pues la política turística estuvo por muchos años (desde principios de la década de 1990 hasta 2008) orientada a los turistas extranjeros. Durante estos años se crearon zonas destinadas estrictamente para este mercado, como Varadero, generando una exclusión de la población local en determinadas áreas del país.
En mi opinión, en la Habana Vieja aún se podría potenciar un mayor beneficio, tanto para la comunidad receptora como para los visitantes. Además de la creación de espacios comunes donde poder interactuar, se podrían crear más ofertas diseñadas para dar a conocer el patrimonio, especialmente el inmaterial. Para esto sería necesario una flexibilización de la oferta cultural pública y privada que promueva iniciativas como: visitas a talleres de artistas, tours gastronómicos u otras actividades culturales conducidas por locales.
Otro aspecto que considero fundamental en la actualidad es el papel de asociaciones o colectivos de ciudadanos que proponen iniciativas reivindicativas en los ámbitos social, cultural, ambiental, económico o político. En la Habana Vieja, aunque los ciudadanos ya han comenzado a ser implicados en la elaboración de los planes territoriales, desde mi punto de vista sigue faltando una actitud más proactiva por su parte a favor de la defensa de un modelo que responda a las dinámicas urbanas actuales.
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Referencias
– OHCH (2006). Desarrollo integral del Centro Histórico de la Habana Vieja. Oficina del Historiador de La Habana. Visitado el 30 de abril de2019 en http://habitat.aq.upm.es/bpal/onu06/bp1315.html OHCH (2016).
– PEDI. Plan Especial de Desarrollo Integral 2030. Recuperado el 30 de abril de 2019 de http://www.planmaestro.ohc.cu/recursos/papel/libros/pedi.pdf UNIVERSIDAD DE TEXAS (2010).
– Perry-Castañeda Library Map Collection. Recuperado de http://www.lib.utexas.edu/maps/ .
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Nota sobre la autora
Yamilé Pérez Guilarte es Doctora Internacional en Dirección y Planificación del turismo. Desde 2012 es investigadora del Grupo de Análisis Territorial de la Universidad de Santiago de Compostela en las temáticas de sostenibilidad turística, gestión de destinos patrimoniales, observatorios turísticos y usos del Big Data en el turismo.
Para citar este artículo: Yamilé Pére Guilarte. El Centro Histórico de La Habana. Crítica Urbana. Revista de Estudios Urbanos y Territoriales Vol.2 núm.7 Patrimonio. A Coruña: Crítica Urbana, julio 2019. |