Por Vicente Casals |
CRÍTICA URBANA N.22 |
El día 13 del pasado mes de septiembre de 2021 falleció, a los 90 años, Claude Thiberge. Arquitecto-urbanista de profesión, su vida estuvo marcada por el carácter militante que imprimió a su hacer profesional para impulsar unas ciudades humanizadas, democráticas y sostenibles.
Su larga participación en la vida política y asociativa se centró en gran medida en la aglomeración urbana de Orleans, en especial en la ciudad de Saint Jean de Braye, situada en el extremo oriental de la misma.
En las elecciones municipales francesas de 1971 resultó elegido concejal del ayuntamiento de Saint Jean de Braye, donde ocupó durante doce años, hasta 1983, el cargo de teniente de alcalde responsable de urbanismo. El año 1971 es importante porque es la fecha en la que emergen, en las referidas elecciones, numerosas candidaturas municipales –unas 150 por toda Francia– de los llamados Groupes d’action municipale (GAM). Inspirados en la experiencia de Grenoble de mediados de la década de 1960, son candidaturas formadas sobre todo por profesionales, procedentes en ocasiones de grupos cristianos de izquierda y que políticamente mantendrán una buena sintonía con el Partido Socialista Unificado, de Michel Rocard, y con la CFDT a nivel sindical. Una revista, Correspondance municipale, desempeñará un papel de referente teórico de estos grupos, que insistirán en reivindicar el papel político de la ciudadanía y de la democracia participativa, un tipo de planteamiento bien actual hoy en día.
Este fue el contexto en el que el arquitecto abraysien –gentilicio relativo a Saint Jean de Braye– se integró en la vida política municipal, como señalaba el que fuera director de la Agencia de planificación urbana de la aglomeración de Orleans (AUAO), al señalar en Thiberge su espíritu militante sin reservas precisamente por su proximidad con la citada revista y los GAM. La referida Agencia orleanesa fue creada en 1976, en la cual Thiberge desempeño el cargo de secretario.
En 1984, organizó el Atelier public abraysien d’urbanisme et d’architecture (APAUA), una estructura destinada a impulsar el desarrollo urbano de la ciudad, que dirigió hasta su jubilación en 1994. El nuevo alcalde, el socialista Jean-Pierre Lapaire, había mostrado interés en impulsar un organismo de esta clase, sobre todo en relación con dos cuestiones relevantes desde el punto de vista urbano: convertir la ciudad en el polo de desarrollo de la zona E de Orleans, y crear un verdadero centro urbano en Saint Jean de Braye.
El APAUA era, como el mismo Thiberge señaló, una herramienta de apoyo a la toma de decisiones, pero, sobre todo –señalaba– “es un lugar de encuentro con los habitantes, donde se expresan y escuchan reacciones e impresiones personales. No hay ningún ejemplo de que la práctica de las personas y el uso que hacen de las cosas no arroje luz interesante y, por lo tanto, útil sobre un proyecto en desarrollo”. Es decir, un instrumento de participación ciudadana en el proyecto urbano que impulsaba: “Los abraysianos conocen las principales líneas que subyacen al proyecto de urbanización global: construir el centro, abrir Saint-Jean de Braye al Loira, convertirla en una verdadera ciudad jardín al resaltar el entorno natural en desarrollo y por la integración equilibrada de las actividades económicas en el tejido urbano”. La APAUA subsistió hasta el año 2002, momento en que se integró en la AUAO.
En su época de concejal de urbanismo participó en la creación de la primera red de transporte público de la aglomeración orleanesa. Años después, ya entrado el siglo XXI, estuvo al frente de los trabajos de participación ciudadana en relación con el trazado de la línea B del tranvía, concebido como eje estructurador de la aglomeración. Con una edad ya avanzada, en 2015, cuando ya contaba 84 años, impulsó la reunión que dio lugar a la creación de la Université Citoyenne de la Val de Loire Orléanais.
En 2002, a los 69 años, publicó su único libro, La ville en creux (Paris, Éditions du Linteau, 2002, 333 p.), que debe ser considerada como el resumen y la síntesis de las ideas que orientaron su intervención como urbanista y a cuya elaboración debió dedicar buena parte del tiempo que disfrutó después de su temprana jubilación. Es un libro de la madurez de su autor, en el que vierte todo su conocimiento acumulado durante treinta años de experiencia profesional en el campo del urbanismo.
La ville en creux es un volumen de más de trescientas páginas escritas en un lenguaje que evita los tecnicismos puesto que, señala, lo escribió pensando en todos aquellos que se interesan por el espacio urbano. Pero no es un libro descriptivo, ni mucho menos. Aunque evita los tecnicismos, los conceptos que utiliza y el tipo de análisis que presenta en ocasiones son de considerable complejidad, a pesar de la llaneza del lenguaje con los que los expone.
El libro trata sobre el espacio público, un concepto que con frecuencia se utiliza en diversos sentidos y por tanto no exento de ambigüedad. Consciente de ello, Thiberge se esfuerza en precisar tres conceptos relacionados con el mismo, en torno a los que gira en gran medida la obra: el de espacio hueco, el de espacio público en un sentido preciso, y el espacio de las redes. De los tres, el menos conocido, pero que para el autor es central, es el de espacio hueco.
Por espacio hueco entiende el espacio tridimensional por el que nos movemos y que en consecuencia se relaciona con el cuerpo humano, es decir, tiene un sentido antropológico. Es, señala, el negativo de la ciudad construida. Es un espacio que nos confiere la sensación física de pertenencia, somos uno con él. En bastantes sentidos se puede considerar la historia de la ciudad, y de la ciudadanía, como la secuencia de constitución del espacio hueco.
El espacio público tal como lo precisa el autor es un espacio social, definido por sus usos y por su dimensión simbólica. Es un lugar de encuentro con los demás, es el espacio de la ciudadanía y, por lo tanto, de la política. Desde su génesis, el espacio público se construye sobre un vacío –como el centro urbano de Saint Jean de Braye en el que durante treinta años intervino Thiberge– y este vacío caracteriza también el espacio hueco. Pero sin que espacio público y espacio hueco se confundan, puesto que uno y otro forman parte de campos distintos: la práctica social, en el espacio público, y la práctica de los cuerpos, en el espacio hueco. Distintos, pero históricamente asociados.
Si el espacio hueco es de tipo existencial y el espacio público es político, con el espacio de las redes se entra en el dominio de la técnica. Con frecuencia, las redes entran en conflicto con el espacio público y también con el espacio hueco, pero en otras ocasiones los complementa y es en este sentido que lo aborda Thiberge.
Estas ideas y sus implicaciones se desarrollan a lo largo del libro, que se presenta dividido en dos partes, de extensión casi igual. La primera, que titula “Breve historia del espacio urbano como espacio hueco”, consiste en un estudio no de la forma urbana, tal como suele hacerse en los textos dedicados al estudio de la morfología de la ciudad, sino de su negativo, de los huecos presentes entre las estructuras, sobre todo arquitectónicas. Es un tipo de enfoque que sin duda hunde sus raíces en la práctica de su autor, sometida a una profunda y erudita reflexión, que arroja nuevas perspectivas sobre la evolución del hecho urbano. La presentación del estudio es por periodos históricos organizados cronológicamente, desde la Antigüedad hasta el siglo XX y el Movimiento Moderno.
La segunda parte la titula “La invención del espacio público hueco” y es un análisis transversal del espacio hueco a lo largo de los periodos anteriormente presentados. Incluye el estudio del origen del espacio hueco, su dimensión instrumental, la dimensión simbólica, la formación del espacio urbano, y el espacio público hueco y su posible consideración como proyecto democrático.
Thiberge señalará que las ideas que desarrolla a lo largo del libro tienen numerosos padres y numerosas muertes de padres… El primer padre que señala –y quizás también el primer padre muerto– es el italiano Aldo Rosi y su crítica al Movimiento Moderno. La permanencia de las formas urbanas a través del tiempo, puesta de manifiesto por Rosi, es importante para Thiberge e influirá en su propio método de estudio. Pero a diferencia del italiano, que defiende el papel de los edificios como estructuradores de la ciudad, Thiberge cree todo lo contrario, es decir, que tal estructuración la desempeñan los espacios huecos.
Los hermanos Krier, en espacial Robert, son otras de las deudas reconocidas. De Robert Krier enfatizará su propuesta de reestructuración del centro urbano de Stutgart –que no tuvo efectos prácticos– cuyo espacio público está formado por una secuencia muy precisa de espacios huecos. También se refiere a las aportaciones de autores como Kevin Lynch, de quien en algunos aspectos parece encontrarse muy cercano, o Edward Hall en relación en este caso al espacio del cuerpo estudiado en La dimensión oculta. Entre los otros autores cuya paternidad reconoce, se encuentran los arquitectos Christian Norberg-Schultz, Robert Venturi y sobre todo Steen Eiler Rasmussen, así como los filósofos Ernst Cassirer, Henri Lefebvre y algunos otros.
Thiberge no era un académico, de ahí su escasa obra escrita publicada. Pero La ville en creux es, en opinión de quien esto escribe, una de estas obras que por sí sola hacen entrar a su autor en la historia intelectual, en este caso urbanística. A pesar de su alejamiento de los circuitos académicos, desde hace unos años La ville en creux es un texto ampliamente citado en estudios sobre teoría urbanística, sobre todo en el ámbito cultural francés. Merece serlo mucho más.
Nota sobre el autor
Doctor en Geografía. Ha sido investigador de la Fundació Bosch i Gimpera y profesor de la Universidad de Barcelona. Actualmente es investigador independiente. Interesado por la historia de la ciencia y la técnica, las dinámicas territoriales y el urbanismo, ha colaborado con diversos movimientos sociales urbanos, como el vecinal y el antinuclear. Es miembro del equipo de redacción de Crítica Urbana.
Para citar este artículo:
Vicente Casals. Claude Thiberge y la ciudad hueca. Crítica Urbana. Revista de Estudios Urbanos y Territoriales Vol.5 núm. 22 Espacio público, espacio en conflicto. A Coruña: Crítica Urbana, enero 2022.