Por Aníbal Venegas
CRÍTICA URBANA N.7
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“¿Cómo puedo promover la idea que el Patrimonio material e inmaterial, la vida de barrio, la belleza y la sustentabilidad debe necesariamente estar en la agenda pública de la Ciudad?” se preguntaba la ingeniera chilena experta en Gestión Cultural y Patrimonio, Elena Stephens, mientras se dirigía en 2014 a una reunión ciudadana que tenía por objetivo discutir la propuesta de transformar el histórico Barrio Lastarria-Bellas Artes de Santiago en Zona de Interés Turístico (ZOIT).
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Porque luego de años de estar luchando por esos temas a través de iniciativas locales e internacionales, Stephens intuía que la ZOIT iba a representar la muerte inexorable de un sector en estado de evidente fragilidad. La mentada gentrificación, que, junto al alza del valor de suelo, trajo consigo el ritmo vertiginoso y lapidario del comercio, bares, clubes nocturnos, galerías, tiendas de novedades, barberías y un larguísimo etcétera. Y todo redundando negativamente en la calidad de vida de quienes vivían –y aún viven– en Lastarria. Y casi siempre ignorando la opinión de vecinos y residentes. Cuando Stephens tomó palco en dicha reunión fueron varias las voces que se rebelaron contra la propuesta de la ZOIT y clamaron: este no es el barrio que queremos. Así nació la agrupación ciudadana El Barrio Que Queremos, una de las más activas y de alto impacto en toda la Región Metropolitana y el país y de la que Elena Stephens es presidenta.
Lo que en un comienzo se gestó como una idea a propósito de Lastarria-Bellas Artes, rápidamente incluyó otro sector clave del casco histórico de la Ciudad: el Parque Forestal. “Al principio éramos pocos. Antes de tener nuestra sede de calle San Antonio, nos juntábamos en nuestros departamentos. Discutíamos qué queríamos para nuestros barrios y cómo debíamos operar para promover nuestras ideas, nuestras aspiraciones. Organizamos varios encuentros con vecinos de ambos barrios (Lastarria-Bellas Artes), donde definimos en conjunto 5 áreas de acción relevantes para compatibilizar la vida del residente, o vida de barrio, con el comercio y el turismo presentes en el sector. Tímidamente abrimos cuentas en Redes Sociales, contactamos medios de prensa y cuando empezamos a notar que más y más gente se interesaba en nuestra iniciativa, ha sido un camino sin vuelta atrás” dice Stephens. Claro, para una agrupación ciudadana independiente que nació aunando voluntades e intereses comunes, la incorporación de cientos de nuevos miembros y miles de seguidores en Facebook, Instagram y Blogspot significó la profesionalización de todos sus frentes porque además surgieron múltiples y diversas batallas. Así es como hoy día El Barrio Que Queremos tiene no solo oficina propia, sino un staff de expertos que trabajan duramente y de forma gratuita en cada una de sus campañas: abogados, arquitectos, periodistas, sociólogos, ingenieros, filósofos. En palabras de Stephens: “Frente a la desidia de las autoridades que ven cómo se van degradando nuestros barrios, necesariamente debemos apelar a la frase de Gandhi, Sé el cambio que quieres ver en el mundo, por tanto, no podemos quedarnos en la inercia, de brazos cruzados. Esto se trata de responsabilidad individual con el patrimonio, con el entorno, con nuestros edificios centenarios, con nuestros parques, con la estética, con el barrio que queremos”.Porque el motor de El Barrio Que Queremos es la independencia y la responsabilidad, rápidamente se ganaron el respeto y adhesión no solo de vecinos, Juntas y Comités de Adelanto sino también de los Medios de Comunicación, autoridades del mundo público y privado e incluso políticos que cada dos por tres hacen sonar los teléfonos de sus miembros y activistas: quieren saber su opinión respecto a temas ciudadanos, patrimonio, consultar por problemáticas, anunciar adhesiones por simpatías valóricas, históricas y estéticas. También los hay quienes buscan publicidad gratuita a través del trabajo ciudadano en un claro intento por lavar la imagen pública, especialmente en fechas de elecciones. “No, muchas gracias, no nos interesa” responde Stephens con cortesía.
.Luego de lograr que la ZOIT no fuera implementada en el barrio, gracias a la movilización vecinal, tímidamente continuaron con la campaña “Gracias por bajar el volumen, vecinos descansando” que tuvo por vocero al célebre compositor y músico nacional y ex vecino del barrio Lastarria, Sebastián Errázuriz. Hoy en día la campaña ha mutado porque los problemas de ruidos molestos y uso indebido del espacio público han aumentado, el nuevo slogan reza: “El Ruido Enferma. Respeta el Buen Vivir”. Se han sumado organizaciones de Bellavista, Providencia, concejalas, incluso personajes de la farándula y del entretenimiento. Pero sin duda el punto de quiebre definitivo ocurrió cuando los miembros de la agrupación decidieron congregar a todos los candidatos al Municipio y Concejalía de Santiago, en el contexto de las elecciones de 2016, para conocer la visión política en relación a barrios patrimoniales. La sala 1 del Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM) se desbordó de público e incluso dio pie a una demostración en contra de la por aquel entonces alcaldesa de Santiago, Carolina Tohá. Y es que El Barrio Que Queremos se vincula activamente con campañas grandes y pequeñas, aportando con idénticas cuotas de profesionalismo, trabajo y celeridad cuando se trata de despojar al barrio de su zapatero histórico, sí, pero también cuando se pretende hacer uso del sector para eventos masivos. Si el zapatero –cuyo arriendo de su histórico local de la Calle Merced aumentó en un 200% producto de la especulación inmobiliaria, teniendo que irse a pesar de la resistencia y manifestación públicas– atrajo a periodistas y curiosos, el uso del Parque Forestal para instalar la Carrera de Autos Fórmula E fue el segundo gran hito.El trabajo de base comenzó en julio de 2017 apenas se supo del arribo de Fórmula E en Santiago, cuyos detalles fueron celosamente guardados por privados y carteras de gobierno, incluyendo la Intendencia Metropolitana y Ministerios. Y cifras millonarias estipuladas en contratos. Los rostros de los vecinos empezaron a circular por telediarios, medios escritos, radio, despachos en vivo, cartas al director, columnas. Se sumaron políticos y simpatizantes de la ciudadanía. La preocupación de los miembros de El Barrio Que Queremos era que el uso del Parque Forestal, Zona Típica y Patrimonial, para un evento masivo como una carrera de autos iba a contribuir más a su actual deterioro. Crónica de una muerte anunciada, porque durante el desmontaje de la estructura de la carrera –que pese a toda la protesta y activismo se realizó igualmente– se destruyó la escultura “Ícaro y Dédalo” de la afamada artista chilena Rebeca Matte y que estaba a las afueras del Museo Nacional de Bellas Artes desde los años treinta. Más portadas, más entrevistas, mayor cantidad de apariciones públicas. Elena Stephens pasó del activismo discreto y sobrio a las pantallas de televisión, siendo nombrada en 2018 como “Guardiana del Patrimonio” por el diario chileno La Tercera, uno de los grandes conglomerados periodísticos de Chile y América Latina.
Elena, ustedes tienen una presencia constante en Medios de Comunicación y algunos de los miembros de El Barrio Que Queremos son conocidos por gran parte del ámbito cultural. Esto habla bien de su trabajo. Sin embargo, esto da a entender que los problemas suceden y la autoridad no hace mucho. ¿Cómo evalúas la gestión gubernamental en temas de Patrimonio y Cultura? ¿Temes que El Barrio Que Queremos se transforme en una organización paragubernamental?Primero aclarar que nuestra presencia en Medios no es un norte ¡Ojalá no tuviéramos problemas en nuestros barrios y sus diversos actores respetaran su carácter patrimonial! Sin embargo, esto es inevitable en la medida que los problemas surgen, ya sea por ineptitud del gobierno, desidia de ciertas carteras, pero también la acción de privados que piensan que “como el barrio es de todos, yo hago lo que quiero”. Siguiendo esa línea, pienso que efectivamente hay buenas intenciones en la gestión gubernamental en temas de patrimonio, pero al ser este un problema “menor” para el gobierno de turno, seguramente anteponen otros fenómenos y dejan un poco “de lado” el Patrimonio Cultural. Quiero ser bien pensada. Y como a las Juntas de Vecinos no le podemos exigir más dada la naturaleza limitada de su campo de acción, ahí entramos nosotros para tocar conciencias y hacer recordatorios. “¿Sabe usted señor autoridad, que para dar permiso a un evento masivo en calle Lastarria, debe respetar el carácter patrimonial del barrio?”. Pero al mismo tiempo somos proactivos y hemos hecho trabajo de investigación, publicación de libros, invitaciones de expertos de Chile y América Latina, para nutrir aún más nuestro activismo y estructura de base. Y en síntesis, organizaciones como El Barrio Que Queremos existen para decirle al mundo que no hay que esperar que los cambios vengan de arriba: de ahí que junto a nuestro trabajo de gestión y promoción del patrimonio, el rescate de la vida de barrio a escala humana, se sume, sin querer, la vigilancia constante de la ciudadanía que demanda una auténtica Democracia. Nosotros estamos comprometidos con esa idea.
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Nota sobre el autor
Aníbal Venegas, es académico, investigador y periodista de oficio, Master of Sciences Filosofía Antigua y Clásicos Universidad de Edinburgh. Sus áreas de interés incluyen Derechos Humanos, Rusia, Judaísmo, Ecofeminismo, Mujeres Indígenas, Filosofía Antigua y Sustentabilidad. Ha publicado y colaborado en Bazaar, iD, Showstudio, Navdanya-Bija Bidyapeeth, El Ciudadano y El Clarín. Actualmente reside en Santiago de Chile. Es miembro del equipo editorial de Critica Urbana.
Para citar este artículo: Aníbal Venegas. El Barrio Que Queremos. Vida y lucha en un sector patrimonial de Santiago de Chile. Crítica Urbana. Revista de Estudios Urbanos y Territoriales Vol.2 núm.7 Patrimonio. A Coruña: Crítica Urbana, julio 2019. |