Por Samanta Berardo |
CRÍTICA URBANA N.30 |
A través de la exploración y de la creación artística al cruce entre historia, patrimonio, sociología y urbanismo, con la participación de niñas, niños, jóvenes y adultos, en el barrio de Saint André en Marsella hemos explorado pistas de emancipación y de transformación social.
Saint-André es un barrio del norte de Marsella marcado por una historia industrial y migratoria fuerte. Un contexto económico y social difícil relacionado con problemas de falta de trabajo y de vivienda digna. Por ejemplo, en La Castellane, viven más de 6.000 personas en viviendas sociales que datan de finales de los años 1960, degradadas y que han sufrido un escaso mantenimiento. Problemas de transporte: solo tres líneas de bus comunican mal con el centro de Marsella. Además, una fragmentación urbana importante consecuencia del trazado de la autovía, de la vía férrea y de la construcción de un gran centro comercial que cortaron el barrio en dos, haciendo difícil la comunicación a pie, creando una fuerte dependencia del automóvil, matando los comercios de barrio, y generando un desierto en cuanto a lugares de encuentro y de sociabilización.
Saint-André se encuentra en un enclave geológico llamado Bassin de Séon, importante yacimiento de arcilla, materia prima en la fabricación de tejas. En el año 1872 había en la zona un centenar de fábricas de tejas y el sector empleaba en total, casi 1800 personas (hoy solo queda una fábrica completamente automatizada). La mayor parte de las obreras y obreros venían de la Cabilia (Argelia), de Italia, de España y en menor medida de Senegal. Algunas fábricas, como la Usina Martin, eran de carácter Fordista, proveyendo alojamiento y hasta la construcción de escuelas para los hijos de sus empleados. Otras usinas permitían la construcción, en terrenos de su propiedad, de viviendas precarias hechas con materiales de recuperación, los bidonvilles, caseríos muy pobres o chabolas. La mayoría de las personas que vivían en estas infraviviendas fueron realojadas en pisos, en conjuntos de edificios altos como el de la cité de La Castellane.
La exploración como proceso patrimonial
Caminando Saint-André es un proyecto hibrido que comienza a finales del año 2022. Primero, a través de Mille-Pattes (cien pies), grupos de exploración a pie, de habitantes motivados por descubrir los trazos de un pasado patrimonial, conocer mejor la historia del barrio, a través de la investigación y del encuentro con otros habitantes, aprender y compartir conocimientos o habilidades. Cada caminata se transforma luego en un relato escrito, que forma parte de un proceso patrimonial. Estos relatos de caminatas urbanas permiten exteriorizar una visión y un enfoque diferente del territorio, porque surgen de una experiencia rica y colectiva. A través de la exploración y de la fabricación de relatos se van tejiendo puntos de encuentro entre lugares, personas e historias. Este proceso patrimonial implica que, en la elaboración de relatos de un territorio, los habitantes ponen en evidencia su apropiación, su aprendizaje y la coconstrucción de lo que para ellos significa patrimonio, en el sentido promovido por el Convenio de Faro de 2005 sobre el valor del patrimonio cultural para la sociedad en el marco del Consejo de Europa.
La terminología de hibrido viene del hecho que se activan al mismo tiempo, múltiples acciones o capas que dan lugar a un cruce rico entre niños, niñas, jóvenes y adultos, habitantes y visitantes, artistas y científicos, maestros y estudiantes, exploradores, caminantes y soñadores. Todos estos participantes comparten una acción en un determinado lugar y luego se van cruzando en otras acciones, otros lugares y en otros momentos; entonces las experiencias son siempre diferentes y se enriquecen a cada vez. Siempre hay, al final de cada acción, un relato escrito, que opera como una fábrica de historias que va uniendo todas las puntas.
Aventuras en terrenos abandonados
La segunda parte de Caminando comienza con excursiones de exploración Mille-Pattes con los alumnos y las maestras de dos clases de la escuela primaria Saint-André Barnier en La Castellane, en lo alto del barrio. El objetivo de esta exploración es que los niños y las niñas conozcan mejor el barrio, su historia, su pasado patrimonial y así busquen indicios para crear un juego de pistas patrimonial (una especie de búsqueda del tesoro, sin tesoro) (ver mapa) para conectar las tres escuelas del barrio: Barnier, Castellane y Condorcet, esta última, en la parte baja del barrio. Consultar La Castellane 1 y La Castellane 2
El terreno abandonado que se encuentra más arriba del colegio Barnier, fue el lugar preferido por los alumnos para correr en el “tobogán”, jugar a construir cabañas, pintar con madera de carbón (consecuencia de un reciente incendio) y escribir con tizas en el asfalto; en esta clase fuera del aula, mil aventuras son posibles y los alumnos se sienten en libertad.
Los talleres “buissonniers”
Al mismo tiempo, organizamos talleres buissonniers para niños y jóvenes en la biblioteca del barrio. Los talleres buissonniers se inscriben en el espíritu de la pedagogía social practicada por las asociaciones 321 y Momkin espacios de los posibles presentes en el parque encima del conjunto de edificios de La Castellane desde hace seis años: se realizan generalmente en un espacio exterior, y los niños y las niñas son libres en la elección de la actividad y autónomos en su realización, se los guía solo si es necesario. Estos talleres tomaron diversas formas como la creación de un jardín urbano en las jardineras delante de la biblioteca, con la intención de cuidar del barrio y embellecerlo, la construcción de flores con botellas de plástico recicladas, modelaje de esculturas en arcilla, collages de fotos históricas del barrio revisitadas o trabajos con lana para aprender técnicas fáciles del crochet y crear atrapa sueños; todos los trabajos de los alumnos fueron enlazados posteriormente, en el alambrado de un terreno baldío al lado de la biblioteca, que acabó formando parte del proyecto Caminando.
En estos talleres participaron niñas, niños y jóvenes de diferentes estructuras, como acogida de menores migrantes, niños con discapacidades atencionales, del centro social del barrio, un grupo de estudiantes alemanes y los alumnos de las tres escuelas. El inicio de estos talleres fue marcado siempre por una intervención artística a través de rondas de cantos intergeneracionales, lo que permitía posteriormente una conexión y presencia diferente de los jóvenes en la realización de las actividades.
Festejando el encuentro y la música
Uno de los puntos culminantes del proyecto fue una deambulación musical en el barrio para celebrar el 21 de junio, el día de la música. En esta deambulación participaron más de 60 músicos provenientes de Saint-André y de barrios vecinos. Las familias se fueron sumando a la balada para luego terminar con una gran fiesta musical en el terreno de petanca de Saint-André con más de 400 personas. Hubo cantatas, conciertos, y jam improvisados por habitantes del barrio cantando flamenco y rumba. La fiesta de la música no se celebraba en el barrio desde hacía diez años. (Para consultar aquí)
Un juego de pistas para niños y niñas y no tan niños
El opus 2 del proyecto en Saint-André, consistió en la activación del juego de pistas patrimonial que los alumnos de la escuela Barnier fueron creando a través de la búsqueda de indicios e historias patrimoniales en las exploraciones del barrio. Las pistas, determinadas conjuntamente con los niños, las niñas y las maestras, fueron posteriormente fabricadas en arcilla y pegadas en los muros o atadas en distintos puntos de la caminata. El mapa que se entregó a cada participante además de ser un objeto muy bello y que se puede utilizar en todo momento, permite conocer y aprehender el barrio fácilmente ya que cuenta en su reverso relatos históricos-patrimoniales, además de adivinanzas y “recetas del barrio” para una mejor comprensión del territorio. Este juego de pistas, constituye una herramienta que todo el mundo puede encontrar en la biblioteca del barrio, y utilizar con autonomía. Emmanuelle, la maestra de la escuela Barnier nos contó que encontró un sábado un grupo de alumnos yéndose con la carta para realizar solos el juego de pistas. Consultar aquí
La riqueza del proyecto Caminando Saint-André está en la multiplicidad de capas; en la mezcla de participantes y de públicos, de estructuras, de artistas. El trabajo sobre la historia patrimonial, el contexto actual y los encuentros de personas que se van sucediendo a lo largo del proyecto, la producción de distintos relatos que modifican el imaginario colectivo, la presencia artística permanente a través del canto en cada acción y una gran fiesta final que permitió el encuentro de todos los actores sembraron semillas como posibilidades de continuar, esta vez, desde la iniciativa ciudadana, una nueva manera de habitar el mundo.
Nota sobre las autoras
Samanta Berardo es mediadora cultural por la Universidad de Aix-Marseille. Co-coordinadora de misión en la cooperativa Hôtel du Nord. Productora de la asociación cultural Le Plancher des Chèvres.
Elsa Menad, dibujante y mediadora cultural de la asociación Momkin Espaces de Possibles ha realizado el grafismo de la edición Caminando y diseñado la cartografía con los niños y las niñas de la escuela Saint André Barnier de La Castellane.
Para citar este artículo:
Samanta Berardo. Caminando Saint André, un proyecto de barrio híbrido e intergeneracional. Crítica Urbana. Revista de Estudios Urbanos y Territoriales Vol.6 núm. 30 Ciudades, infancias y juegos. A Coruña: Crítica Urbana, diciembre 2023.