Por Bruna Alvarez |
CRÍTICA URBANA N.28 |
Catalunya no es país de tener hijos/as, según las cifras que el Instituto Nacional de Estadística (INE) mostró en relación con el primer trimestre de 2023. La natalidad en España sigue bajando. A pesar de que la demografía explica este fenómeno por la incorporación masiva de las mujeres al mercado laboral en los años 80 y el aumento de mujeres que acceden a la educación superior, este artículo quiere analizar la bajada de la natalidad describiendo un contexto reproductivo que genera desigualdades hacia las mujeres.
Para hacerlo, primero se explicarán los cambios demográficos de los últimos cincuenta años, para proseguir con la descripción de las desigualdades en el mercado laboral y en las relaciones de género en el ámbito doméstico. El artículo concluye con una reflexión que pretende complejizar las causas de la bajada de natalidad, incluyendo como factor determinante la lenta incorporación masiva de los hombres en las tareas del hogar y de crianza, así como las desigualdades de género en el mercado laboral, que siguen pensando a las mujeres como principales responsables de los cuidados.
Del baby boom a la infertilidad estructural
Según el Instituto Nacional de Estadística, en 1975, España tenía la tasa de fecundidad más alta de Europa -2,77 hijos/as por mujer. Poco más de veinte años más tarde, en 1998, tenía la más baja -1,13 hijos/as por mujer. Los análisis demográficos del caso español e italiano acuñaron el término “lowest-low fertility rate”[1], para describir los países que demográficamente estaban por debajo de la tasa de reposición, situada en 2,1 hijos/as por mujer -hecho que en España ocurrió desde 1980-. En los años 2000, la tasa de fecundidad fue creciendo progresivamente hasta llegar a 1,44 hijos/as por mujer en 2008, -quedando lejos aún de la tasa de reposición-, y desde entonces fue decreciendo progresivamente hasta 2020, que se situó a 1,19. En Catalunya las cifras son prácticamente las mismas -2,72 hijos/as por mujer en 1975, 1,18 en 1998, 1,53 en 2008 y 1,21 desde el 2020.
Es decir, en los últimos cincuenta años han pasado de tener casi tres hijos a tener solo uno, y España ha pasado de ser el país del baby boom a un país con “infertilidad estructural”[2]. Es decir, que las mujeres han dejado de tener hijos/as por causas sociales, como pueden ser las dificultades de conciliación, la inestabilidad laboral, la dificultad de acceder a una vivienda, la falta de políticas públicas de apoyo a la maternidad y la paternidad, las inequidades en las relaciones de género en parejas heterosexuales o las dificultades de establecer relaciones de pareja duraderas.
La bajada de fecundidad se debe principalmente al retraso de la edad en que las mujeres tienen a su primer hijo/a. En España, en 1978 las mujeres tenían a su primer hijo/a los 24,8 años, edad que ha ido subiendo paulatinamente hasta que se sitúa a los 31,56 en 2021. Esto implica que cada vez, más mujeres se planteen la maternidad a partir de los 35 años, un momento en que la calidad y el número de óvulos disminuye progresivamente, dificultando así, la obtención de un embarazo a través de relaciones sexuales. En 2021, el 30% de los embarazos en España ocurrieron en mujeres de entre 35 y 39 años, y el 10,7% en mujeres de más de 40 años, cuando en 1993 eran el 1,8%. El aumento de edad de la primera maternidad hace que se acorte el período reproductivo de las mujeres, lo que implica que muchas de ellas tengan solo un hijo/a, cuando quizá hubieran deseado tener más, lo que técnicamente se denominó child gap[3], que es la diferencia entre los hijos/as deseados y los hijos/as que finalmente se tienen. Según la encuesta de fecundidad de 2018, las mujeres desearían tener dos hijos/as, pero muchas de ellas acaban teniendo uno, y otras no tienen ninguno. Según esta misma encuesta, un 60% de las mujeres en edad reproductiva en España tienen hijos/as, y un 40% no los tienen. El número de mujeres sin hijos/as en España aumenta. La generación de mujeres nacidas en 1955 solo una de cada diez no tenía hijos/as. En cambio, de las nacidas en 1975, cuatro de diez no los tuvieron[4]. El incremento de mujeres sin hijos/as se vincula por un lado a la decisión de no tenerlos -en la encuesta de fecundidad del 2018, el 14% de las mujeres entre 20 y 40 años, declararon que no querían ser madres-, pero también a la imposibilidad de tenerlos, a pesar de desear ser madres. Mercedes Bogino[5] analiza los procesos de duelo de las mujeres que no consiguen ser madres por esperar “demasiado”, por sufrir abortos espontáneos, o recurrir a la reproducción asistida. Según datos del Ministerio de Sanidad y de la Sociedad Española de Fertilidad, en 2020 el 8% de nacimientos en España fueron resultado de procesos de reproducción asistida. En España, se tienen menos hijos/as y más tarde.
El coste de la maternidad
En el período de transición hacia la democracia, España inició un proceso de liberalización económica y desregularización del mercado laboral. El objetivo era promover unas condiciones laborales más flexibles para frenar las altas tasas de paro, y promover la inversión privada. En consecuencia, se gestó un mercado laboral dual: por un lado, trabajos estables y a tiempo completo, principalmente vinculados al sector industrial y mayoritariamente ocupados por hombres; por el otro lado, contratos temporales, a tiempo parcial, vinculados al nuevo sector de servicios que se estaba creando en España y ocupado principalmente por las mujeres, que se incorporaron masivamente al mercado laboral en unas condiciones más flexibles[6]. En este sentido, las mujeres nunca dejaron de ser pensadas como las principales responsables de los cuidados. En 2021, un 24,4% de mujeres (de 25 a 54 años) empleadas con 1 hijo trabaja a tiempo parcial frente al 4,1% de hombres. En el caso de 3 o más hijos los porcentajes son 25,5% de mujeres y 5,0% de hombres. Las mujeres no tienen tiempo de trabajar a tiempo completo porque están cuidando[7], lo que incide en la brecha salarial, ya que están menos tiempo en el mercado laboral.
La brecha salarial entre mujeres con hijos/as en comparación a las mujeres sin descendencia y a los hombres es de un 11,4% el primer año después del nacimiento del primer hijo/a, y se continúa ampliando hasta el 28% durante toda la crianza[8]. Esto no es así en las parejas lesbianas, que ganan un 17% más que las mujeres con pareja heterosexual porque no tienen una especialización en las tareas domésticas y de cuidados, y ambas asumen las tareas de cuidados a la vez que el trabajo remunerado[9].
Hombres y cuidados
Las últimas encuestas de usos de los tiempos, que cuantifican el porcentaje y las horas de cuidados y de tareas domésticas de hombres y mujeres, son con datos del 2010 del INE y del 2011 del Idescat. Con cifras del 2011, el 79,01% de los hombres realizan tareas de cuidados frente al 94,91% de las mujeres, y ellas le dedicaban más tiempo, 4:14 horas al día, versus las 2:35 de ellos. Sin datos actualizados, no se puede saber cuantitativamente si los hombres han aumentado los tiempos y las responsabilidades de cuidados. Algunos estudios cualitativos señalan cambios en los modelos paternales, ya que se considera que para ser un buen padre hay que pasar tiempo con los hijos/as y realizar tareas de cuidado[10]. A pesar de este cambio de tendencia lento pero progresivo, durante el confinamiento debido a la pandemia de Covid (marzo-mayo 2020), la prensa española visibilizó las diferencias de género en los hogares, donde las mujeres teletrabajaban, flexibilizaban más sus horarios laborales para poder cuidar, gestionaban y facilitaban el teletrabajo a sus compañeros[11]. Es decir, a pesar de los cambios en los modelos de paternidad, donde los hombres sí que asumen tareas de cuidado y domésticas, ellos no se han incorporado de manera masiva a las tareas de cuidado, hecho que, sin duda, incide en la bajada de la natalidad en España.
Reflexiones finales
Este artículo ha analizado la bajada de la natalidad en España desde la perspectiva de las desigualdades de género que se producen en el ámbito laboral y en las relaciones de corresponsabilidad en el hogar entre hombres y mujeres. El hecho de considerar a las madres como las principales cuidadoras da lugar a que las mujeres pasen más tiempo que los hombres cuidando, lo que tiene un coste negativo para sus ingresos. Paralelamente, en el caso de las parejas heterosexuales, los hombres no se han incorporado a las tareas y responsabilidades de cuidados de la misma manera que las mujeres lo hicieron en los años 80 en el ámbito laboral. Si se desea una sociedad más equitativa las mujeres y las madres tienen que dejar de ser pensadas como responsables últimas de los cuidados, y los hombres y las administraciones públicas tienen que implicarse en la responsabilidad colectiva de los cuidados y las crianzas. Simplemente, cada cual debe asumir su parte. Sencillo, ¿verdad?
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Notas
[1] Kohler, Hans Peter; Billari, Francesco; and Ortega, Jose Antonio (2002). The Emergence of Lowest-Low Fertility in Europe During the 1990s. Population and Development Review, 28(4), 641–680, p. 641
[2] Alvarez, Bruna y Marre, Diana (2022). Motherhood in Spain: From the “Baby Boom” to “Structural Infertility”, Medical Anthropology, 41:6-7, 718- 731 doi: 10.1080/01459740.2021.1961246
[3] Bernardi, Fabrizio (2005). Public policies and low fertility: rationales for public intervention and a diagnosis for the Spanish case. Journal of European Social Policy, 15(2), 123–138.
[4] Miret, Pau y Cabré, Ana (2010). El desarrollo de la familia en España desde una perspectiva demográfica. Papers. Revista de Sociologia, 95(3), 557–561.
[5] Bogino Larrambebere, Mercedes (2023). Impossible motherhood: From the desire for motherhood to non-motherhood. Feminismo/s, 41, 357-383. Rethinking Motherhood in the 21st Century: New Feminist Approaches [Monographic dossier]. María Dolores Serrano Niza & Inmaculada Blasco Herranz (Coord.). doi: 10.14198/ fem.2023.41.14.
[6] Ferrerio, Jesús y Serrano, Felipe (2013). Labor flexibility, inequality, and financial crisis. Journal of Economic Issues, 47(2), 567–574. doi: 10.2753/JEI0021-3624470231
[7] Gálvez, Lina y Rodríguez-Modroño, Paula (2013). El empleo de las mujeres en la España democrática y el impacto de la Gran recesión. Revista Internacional de Ciencias Sociales, 32, 105–123.
[8] De Quinto, Alicia; Hospido, Laura y Sanz, Carlos (2020). The child penalty in Spain. Banco de España. Documentos Ocasionales N.o 2017.
[9] González, María José y Sönmez, Igrahim (2022). Challenging heteronormativity: an analysis of the effect of sexual orientation on earnings in Spain. Journal of Family Issues, 43(I): 141-163. doi: 10.1177/0192513X21993
[10] Flaquer, Lluis y Moreno, Almudena (2020). Cambio familiar, implicación paterna y bienestar infantil ante los retos de la Segunda Transición Demográfica. En Lluis Flaquer, Tomás Cano y Marc Barbeta-Viñas (eds.), La paternidad en España. La implicación paterna en el cuidado de los hijos (pp. 41-62). Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
[11] Requena, Ana (7 de marzo 2021). El 8M de 2021 llega entre las restricciones de la pandemia, las tensiones en el feminismo y una crisis de cuidados que amenaza la igualdad. Diario.es. [Consultado el 4 de junio de 2023].
Nota sobre la autora
Bruna Alvarez es doctora en antropología, investigadora del grupo AFIN y profesora en el Departamento de Antropología de la Universidad Autónoma de Barcelona. Sus investigaciones se centran en la reproducción y la maternidad en España, la sexualidad y la infancia en Catalunya (España) y Ciudad Juárez (México), así como las movilidades reproductivas en la frontera entre México y Estados Unidos.
Para citar este artículo:
Bruna Alvarez. Catalunya, no es país para conciliar. Crítica Urbana. Revista de Estudios Urbanos y Territoriales Vol.6 núm. 28 Cataluña: transformaciones y resistencias. A Coruña: Crítica Urbana, junio 2023.