Por Amaya Lacabe; Manuel Melon |
CRÍTICA URBANA N.30 |
Cuando nos acordamos de nuestra infancia, compartimos recuerdos con amigos y amigas, rememorando saltos en charcos, carreras, mejillas sonrojadas por el calor o el frío, risas y una bonita sensación de libertad. Hoy en día, varios especialistas nos alertan de la desaparición de los niños y niñas de las calles. Su ausencia revela lo poco que los tenemos en cuenta cuando pensamos el urbanismo de nuestras ciudades. ¿Cómo insuflar una dinámica de reapropiación de los espacios públicos?
El cantón de Ginebra es el cantón suizo más occidental. Es limítrofe con Francia, está rodeado de montañas y separado en dos rías por el lago Leman y el río Ródano. Por ello, ese pequeño territorio inextensible ve su densidad urbana aumentar irremediablemente. El cantón de Ginebra se divide en cuarenta y cinco comunas, una de ellas es la ciudad de Ginebra. Zúrich es la mayor ciudad de Suiza con más del doble de habitantes de Ginebra-ciudad. Sin embargo, la densidad demográfica de Ginebra casi triplica la de Zúrich (Ginebra: 12 796 habitantes por km2; Zúrich: 4 867 habitantes por km2)[1].
Ginebra, un cantón muy animado
Para hacer frente al reto que representa tal densidad, vemos en estos últimos años cómo se construyen inmensos complejos urbanísticos, aumentando así la cantidad de alojamientos, pero también subrayando la necesidad de pensar espacios adaptados a las necesidades sociales y culturales de sus habitantes. La modesta superficie disponible hace que se busque urbanizar cada metro cuadrado, suprimiendo espacios no suficientemente rentabilizados, olvidando que los descampados o terrenos baldíos han sido siempre un lugar donde los niños y niñas desarrollan juegos y relaciones sociales fuera de la mirada y del control de los adultos.
En 1998, se creó la Fundación ginebrina para la Animación Sociocultural (Fondation genevoise pour l’Animation Socioculturelle – FASe). Organización que sigue vigente hoy en día. Es una fundación de derecho público que pretende garantizar una política coherente de animación sociocultural en el Cantón de Ginebra. Lo hace a través de estructuras locales como son las Casas de Barrio/Centros de Ocio (Maisons de Quartier et Centres de Loisirs – MQ/CL), Terrenos de Aventura/Jardines Robinson (Terrains d’Aventure et Jardins Robinson – TA/JR) o equipos de calle (TSHM). La mayoría de ellas se componen de una asociación que implica una fuerte participación ciudadana en la concepción de sus acciones. La diversidad de los proyectos desarrollados permite responder a las necesidades del conjunto de la población, desde la niñez hasta la vejez.
La FASe cuenta con el apoyo imprescindible tanto del Cantón como de las Comunas. De las cuarenta y cinco comunas, cuarenta y cuatro tienen, hoy en día, al menos un proyecto desarrollado con la fundación. Es un ejemplo único en Suiza. Ningún Cantón dispone de una red de animación sociocultural tan extensa. Es una voluntad política de desarrollo de prevención, de innovación y creación ciudadana. El objetivo es construir el futuro social con acciones actuales e implementar una coherencia cantonal con acciones adaptadas a los contextos locales[2].
Desde la creación de las primeras asociaciones en los años 1970, volcadas en la implantación de espacios adaptados para acoger a las niñas y niños, cabe señalar que las MQ/CL gozaron de un apoyo y un desarrollo mucho mayor que los JR/TA. El Cantón cuenta con 38 MQ y 9 JR/TA; la ciudad cuenta con 17 MQ/CL y 1 TA/JR. Los dos tipos de estructuras se complementan perfectamente, pero sus diferencias explican una percepción y un tratamiento muy desiguales.
Aire
Llevamos años pudiendo observar la desaparición de los niños y niñas de nuestras calles, pero hemos tenido que llegar a una situación alarmante para convertirlo en un asunto de interés público. Según Tim Gill[3], hace 100 años, la autonomía de desplazamiento de un niño o una niña de 8 años era de 10 km, hoy en día es de 300 metros. Los JR/TA defienden proyectos asociativos – destinados a los niños y niñas entre 6 y 12 años – totalmente opuestos a esta transformación social. Priorizan las actividades exteriores, al aire libre; se potencia el interés de los niños y niñas por la exploración y experimentación de su entorno; defienden un acceso libre e incondicional (no hace falta una inscripción previa, se puede venir una hora o todo el día, se puede circular libremente: ir y venir); se propone una pedagogía basada en la educación en la libertad y en la gestión del riesgo… En resumidas cuentas, más o menos, lo que actualmente más asusta a las familias. Normalizamos convertirnos en lo que los anglosajones llaman padres helicóptero: queremos saber exactamente dónde están nuestras criaturas, lo que hacen y con quien.
Los TA/JR están casi siempre en las aglomeraciones de la ciudad para poder disponer de un terreno “salvaje” suficientemente grande. En 2019, por primera vez, el colectivo de profesionales de los TA/JR defendieron la creación de un terreno de aventura efímero en el corazón de la ciudad de Ginebra: nacía la Place aux Enfants.
Ginebra-Ciudad dedica un 20% de su territorio a espacios verdes imprescindibles para una mejor calidad de vida urbana. Son parques preciosos, cuidados, con flores y árboles majestuosos. Los días de buen tiempo, los adultos aprovechan para pasear, leer o comer en un entorno excepcional. ¿Y los niños y niñas? La mayoría vienen el fin de semana acompañados, pero el acceso no es posible de manera autónoma según donde viven: distancia o carreteras lo impiden. Además, son zonas donde admirar el espectáculo que ofrece la naturaleza, pero en donde no se vive en la naturaleza. No se puede cultivar, tocar la tierra, hacer un agujero, trepar a un árbol, etc. Pasear por un parque así es como atravesar una postal; ¡pero nadie vive en una postal!
Tras dos años de parón por la crisis sanitaria debida a la COVID-19, se pudo reiterar la experiencia. En 2022, La Place aux Enfants ocupó un espacio céntrico de la ciudad: la plaza Simon-Goulart. Una plaza que, pocos años atrás, pasó de ser un parking a una explanada de cemento con una fuente similar a una piscina infantil, pero en la que está prohibido bañarse y cuyo mobiliario urbano de madera, aunque interesante, se encuentra en mal estado de conservación. Dicha plaza se sitúa a pocos minutos de la estación de trenes, en un barrio muy comercial en el que transitan miles de personas al día. A su alrededor, se encuentran dos inmuebles de viviendas sociales y en las proximidades, viven numerosas familias.
En medio de la ciudad, era imposible proponer el equivalente a un gran terreno verde, con colinas, tirolinas, arboles… pero sí, podíamos proponer un espacio abierto donde acoger los niños y niñas, las vecinas y vecinos con actividades lúdicas y educativas singulares. Pudimos proponer usar herramientas para construir cabañas de madera, cultivar en unos pequeños huertos; pudimos animar a trepar a las cabañas, a escalar con cuerda, a subirse y rodar con bobinas de madera de obra… Y muchas más cosas que no están en las costumbres de una pequeña o un pequeño citadino.
Gestión colectiva de un espacio común
Antes de que todo esto fuese posible, pasamos unos meses observando el barrio y sus singularidades. En paralelo, contactamos con un máximo de habitantes, asociaciones, actores sociales y comerciantes, para confirmar que el lugar donde implantar el proyecto que habíamos identificado tenía sentido para los vecinos y las vecinas. Muy rápido se contagió el entusiasmo por el proyecto y fue muy fácil establecer un proceso participativo. ¡Un mes era muy corto para concretar tantas ideas e iniciativas!
También pudimos oír las dificultades que pasaba el vecindario. Dos de ellas destacaron de inmediato: el tráfico de coches continuo en todas las calles y la presencia de un grupo de jóvenes adultos en la plaza que se habían “apoderado” del espacio, haciendo que los demás abandonaran el lugar.
No podíamos tener un impacto sobre el tráfico, pero sí dar la ocasión a la Asociación de Habitantes para la Peatonalización del Barrio Saint-Gervais de expresar sus inquietudes al respeto a la alcaldesa presente el día de la inauguración.
Sin embargo, la Place aux Enfants transformó la plaza más allá de los niños y niñas del barrio. Las cabañas, el material lúdico a disposición atrajo enseguida y dio la identidad a un espacio protegido, reservado unas horas al día a la infancia sin ser excluyente. El grupo que tantos miedos y reticencias generaba al inicio liberaba la plaza, alejándose sin protesta alguna, en cuanto nos veía llegar y de manera totalmente espontánea. Las advertencias habían sido numerosas: “os van a destruir las construcciones”, “lo van a saquear todo”. Pero no fue así. No pusimos barreras delimitando el espacio. No nos parece pertinente ni para los niños y niñas ni para el resto. Así, compartíamos un mismo lugar ocupándolo a horas diferentes y con centros de interés diversos. El cuidado de la plaza estaba en manos de la colectividad y se hizo con inteligencia, respeto y consideración. De hecho, hasta las llamadas de quejas a la policía municipal disminuyeron durante ese mes. ¡Fue una gran alegría ver que algunos de esos jóvenes traían a sus hermanos y hermanas pequeñas para disfrutar del sitio!
Observamos también cómo, poco a poco, el vecindario reconquistaba la plaza: la gente mayor se sentaba a observar los juegos desarrollados, compartiendo un vaso de agua o una pequeña charla, y las familias quedaban al atardecer para disfrutar de un aperitivo. Los comerciantes entablaron relaciones para ayudarnos a organizar nuestras dos fiestas – la de inicio y la de fin. Hoy en día, siguen colaborando para proponer animaciones conjuntas.
Tim Gill y Francesco Tonucci[4] señalan que la presencia de los niños y niñas en el espacio público es un indicativo muy significativo sobre la calidad de vida de un barrio. Es tan cierto que el impacto de ese cambio se percibe de manera inmediata.
Sin apoyo político y respaldo financiero todo queda en una utopía
Han hecho falta tres años para que la moción presentada al consejo municipal de Ginebra fuera al fin estudiada como una urgencia, votada y aceptada. Se trata de la moción M-1269: Devolvamos la calle a los niños (Rendons la rue aux enfants). Desgraciadamente, las mociones no tienen ninguna fuerza vinculante y perdemos la coherencia entre lo que se vota y lo que se concreta. En 2022, tuvimos la suerte de poder contar con el apoyo del Servicio del Espacio Público (SEP), un área del ayuntamiento de Ginebra. Todo depende de las individualidades que ocupan los puestos clave y de negociaciones puntuales.
Tras el verano 2022, se valorizó La Place aux enfants con un artículo en el informe anual de la FASe. La alcaldesa y también responsable del Servicio del Espacio Público tanto como la responsable del Servicio a la Cohesión Social acompañaron el artículo de unas palabras. Fuimos recibidos en el ayuntamiento para presentar el proyecto y defender próximas ediciones. Pensamos que uno de los puntos fuertes es el hecho de utilizar una estructura móvil y efímera que nos permite implantarnos en cualquier espacio y adaptar el proyecto a realidades locales diferentes gracias a la implicación de la población. Así, el ayuntamiento sugirió que nos interesáramos en un barrio específico con carencia de estructuras de acogida para niños y niñas. Cosa que hicimos, pero pocas semanas después, se favoreció la decisión de crear una casa de barrio.
Entendemos que el urbanismo no está adaptado para que los niños y niñas puedan acceder a él fácilmente y con toda seguridad. La solución encontrada es comúnmente el hecho de extraer los niños y las niñas del espacio público, en vez de implicarlos en un trabajo de reflexión urgente para poder imaginar una ciudad acogedora para todos y todas sus ciudadanas. Un trabajo de cuestionamiento que han iniciado varias ciudades a través del mundo, creando así una red internacional de ciudades jugables[5] y mostrando que, con valentía y compromiso, se puede insuflar una manera nueva e inclusiva de pensar la ciudad. La Place aux Enfants es un pequeño paso en esta dirección.
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Notas
[1] Fuente : Ville de Genève. https://www.geneve.ch/fr
[2] FASe – Fondation genevoise pour l’animation socioculturelle.
[3] Gill T. (2021). Urban Playground: How child-friendly urban planning and design can save cities. RIBA Publishing.
[4] Tonucci F. (1996). La città dei bambini, Bari, Laterza.
[5] Barcelona Ajuntament Experiències de Ciutat jugable. 2021.
Nota sobre la autora y autor
Amaya y Manuel son una animadora y un animador sociocultural en la FASE e involucrados en diferentes proyectos de Jardins Robinson y Terrains d’aventure en el Cantón de Ginebra. Se ocupan de la coordinación del proyecto La Place aux Enfants.
Para citar este artículo:
Amaya Lacabe; Manuel Melon. Crecer callejeando, ¿un recuerdo para generaciones anteriores? Crítica Urbana. Revista de Estudios Urbanos y Territoriales Vol.6 núm. 30 Ciudades, infancias y juegos. A Coruña: Crítica Urbana, diciembre 2023.