Por Toni García |
CRÍTICA URBANA N. 32 |
En los estudios urbanos contemporáneos el espacio público se considera una parte fundamental de la ciudad y un factor de la condición ciudadana de sus habitantes. En ellos se observa que la definición de espacio público depende de la definición de ciudad, de las transformaciones que en ella tienen lugar, que propician su espacialidad, el modo que tenemos de habitarla y el uso que hacemos de ella, de manera que el conocimiento de la ciudad se determina por el del espacio público y a la inversa.
El espacio de lo público y de lo privado
Un buen número de autores parte de la raíz grecolatina para explicar la concepción y funciones del espacio público en la historia de la ciudad europea (López de Lucio, 2013, p.19-30) y de su condición actual dentro de la ciudad extendida en el territorio. Entre ellos, Cacciari defiende que la ciudad europea es heredera del modelo romano manteniendo su nostalgia de la polis griega, es decir, que nuestra ciudad actual se debate entre su condición de morada, de espacio de acogida y encuentro de una comunidad, frente a su otra condición de máquina, de escenario de intercambio y negocio. Alternativas que Cacciari califica de opuestas y que según él se han alternado en la concepción de los espacios públicos, puesto que al alcanzar la ciudad los rasgos del ágora, de lugar de encuentro, se destruye porque contrasta con la funcionalidad de la ciudad como medio, como máquina, como lugar extenso en continuo crecimiento.

No lugar en A Coruña, 2024. Foto: Antonio García
Esta idea del espacio público entre lugar de encuentro y escenario de negocio se articula por diferentes autores a partir del deslinde de lo público y lo privado, donde la dimensión pública de la ciudad se ha definido muchas veces como espacio liberado, expropiado del uso privado. La ciudad entendida como lugar de encuentro, de intercambio, ciudad de lugares y no únicamente espacio de flujos (Borja, 2003, p.61-62), donde lo público es lo contrario de privado, donde el espacio público es un espacio de relación social, de representación y de socialización, un espacio libremente accesible para todos (Hajer and Reijndorp, 2001, p.11).
Al concebir lo público como espacio de la ciudadanía en oposición a lo privado, se asume que ambos campos coexisten de manera articulada, reorganizándose de acuerdo con las transformaciones de la vida social. Desde esta perspectiva, la afirmación de que la ciudad es sobre todo espacio público y es gente en la calle (Borja and Muxi, 2003, p.25) refuerza el papel de lo público, definiendo la calidad de la ciudad al indicar la calidad de vida y de ciudadanía de sus habitantes frente a la identificación de lo privado como pérdida de lo público, del espacio de relación social.
Autores como Sennett (1972) han manifestado que se ha permitido que el escenario público sea apropiado por la escena privada en detrimento tanto del individuo como de la sociedad, y otros como Harvey han alertado sobre el declinar de la esfera pública absorbida por imparables procesos de privatización, afirmando que los resultados de la creciente polarización en la distribución de la riqueza y el poder están indeleblemente grabados en las formas espaciales de nuestras ciudades, que se convierten cada vez más en ciudades de fragmentos fortificados, de comunidades cerradas y espacios públicos privatizados mantenidos bajo vigilancia constante (Harvey, 2012, p.15). Espacios alejados de la idea de lugar hecho de diálogo y concordia en el que se materializarían categorías abstractas como democracia, ciudadanía, convivencia, civismo, consenso, donde se expulsa o niega a quien se comporte de manera diferente. (Delgado, 2011, p.10).

Portada de los libros citados en el artículo. Foto: Antonio García
La privatización de lo público y el dominio de lo privado
Estudios sobre el espacio público y la ciudad señalan la extensión de los límites del espacio urbanizado y los cambios en los modos de comunicación como aspectos influyentes en la definición del uso y de las características de los espacios públicos contemporáneos, prestando atención a los procesos de suburbanización y los modelos de crecimiento disperso extendidos sobre amplias regiones urbanas, donde la ruptura y fragmentación de tejidos trae acarreada la disgregación de la ciudad consolidada y la pérdida de lo público como espacio de relación social.
Este cambio en la forma de la ciudad dificulta su comprensión y presenta obstáculos para articular la formalización de la continuidad espacial de lo urbano, como demuestra la dificultad en su representación (Sennet, 1991). Este hecho urbano que retratan diferentes autores se sitúa en un territorio policéntrico, donde el debilitamiento de una única centralidad da paso a la percepción de centralidades diversas. Un espacio entre ciudades como lo denomina Thomas Sieverts (2004), el lugar donde se considera que se ha invertido el orden topológico tradicional, de manera que de la ciudad como espacio construido, demarcado y acotado, pasamos a un proceso de expansión constante, inabarcable y cambiante, cuyos límites se hacen imprecisos y borrosos (Martí, 1999, p. 52-57).
En esta transformación cobran protagonismo las redes y los modos de comunicación, al modificar las relaciones espacio/tiempo y el significado de los espacios públicos como lugares de sociabilidad. En un proceso que algunos autores advierten como el fin del espacio público, entendiendo que ya no se construye como mutación de los lugares y tipos legados por la historia de la ciudad (Sorkin, 2004), dado que se modifican los parámetros que tradicionalmente han caracterizado el espacio público y su rol en la formación de la continuidad espacial urbana, al producirse la fragmentación del espacio de relación, debido a su especialización, a la imposición de restricciones de uso y a una progresiva privatización.
La extensión de la urbanización, provocada por erróneas políticas de suelo y vivienda, y la búsqueda de un contacto irreal con la naturaleza, se materializa en localizaciones autónomas alejadas de los centros urbanos densos y más cohesionados. En su concepción se observa la pérdida de identidad y significado del espacio público, en gran medida apropiado por el privado. Las carencias de dimensión pública de estos espacios privados residenciales, realizados con la ilusión de poder construir la ciudad como suma de casas, representan la fractura entre sistemas residenciales y funciones colectivas, constituyendo la expresión máxima de la homogeneización banal que se extiende a todo el territorio y se concreta en sus formas de habitarlo (Muñoz, 2008).
En este espacio periférico, la centralidad espacial, la dimensión pública, la densidad humana y el intercambio, se encuentran ahora en espacios privados de uso público como los centros comerciales. Su objetivo básico es crear un efecto ciudad, eliminando o neutralizando los aspectos negativos de la vida urbana. En ellos, la imagen tiende a sustituir al espacio y su acceso controlado los convierte en lugares aparentemente públicos creando la sensación de seguridad, negando así uno de los principios constituyentes del espacio público: su accesibilidad generalizada.
Al igual que los centros comerciales, los aeropuertos o las estaciones, se han identificado como no-lugares (Augé [1992] 2000), reflejando el cambio desde la identificación del espacio al consumo del mismo bajo modos de apropiación breve y superficial. Estos no-lugares ejemplifican la crisis de los lugares de relación y una aparente división local/global, individual/colectiva, influida por las tecnologías de la información y los medios de comunicación.
Distintos autores destacan que el espacio público no sólo atañe a la creación de una dimensión espacial colectiva y de construcción de lugares donde encontrarse, sino que se encuadra en el problema de la transformación de la dimensión pública de la sociedad contemporánea, en la que los no-lugares, los espacios especializados constituyen la negación del espacio público. Su homogeneidad y monofuncionalidad la identifican con un empobrecimiento de la ciudad o, al menos, su transformación profunda en algo que debido al absoluto dominio de lo privado, poco tiene que ver con la idea de urbanidad.
Conclusiones
Para muchos autores el espacio público es la ciudad cuando esta representa un espacio de acogida y encuentro. Lo que contraponen al espacio que genera la extensión de la urbanización, donde la ruptura y fragmentación de tejidos se identifica como disgregación de la ciudad consolidada, la pérdida de la dimensión pública de la vida urbana, la pérdida de lo público como espacio de relación social y el incremento de la privatización del espacio.
Referencias
Augé, Marc, “Los “no-lugares” espacios del anonimato. Una antropología de la sobremodernidad”, Ed. Gedisa, 5ª edición, Barcelona 2000.
Borja, Jordi, “La ciudad es el Espacio público” en “Espacio Público y reconstrucción de ciudadanía”, México 2003
Borja, Jordi; Muxi, Z., “Espacio público: Ciudad y ciudadanía”, Ed. Electa 2003
Cacciari, Massimo, “La ciudad”, Ed. GG, Barcelona 2010.
Delgado, Manuel, “El Espacio público como ideología” Ed. Catarata 2011.
Muñoz, Francesc, “Urbanalización. Paisajes comunes, lugares globales”. Ed. Gustavo Gili, Barcelona 2008.
Sorkin, Michael, “Variations on a theme park. The New American City and the End of Public Space”, Ed. Hill and Wang, 1992
Hajer, Maarten and Reijndorp, Arnold, “In search of new public domain”, Ed. NAI, Rotterdam 2001
Harvey, David, “Rebel cities From the Right to the City to the Urban Revolution”, Ed. Verso books, London-New York, 2012
López de Lucio, Ramón, “Vivienda colectiva, espacio público y ciudad”, Ed. Nobuko, Buenos Aires 2013
Martí, Carlos, “La construcción de lugares públicos. Notas para una etimología de la forma pública”, CSCAE Revista Arquitectos nº152, Madrid 1999.
Sennett, Richard, “The fall of the Public Man”, Ed. Random House, New York, 1972
Sennett, Richard, “La conciencia del ojo”, Ed. Versal, Barcelona 1991
Sieverts, Thomas, “Entre-ville, une lecture de la Zwischenstadt”, éditions parenthèses, Marseille 2004
Sorkin, Michael, “Variaciones sobre un parquet temático. La nueva ciudad americana y el fin del espacio público”, Ed. GG, Barcelona 2004.
Nota sobre el autor
Antonio García Fernández es doctor arquitecto por la TUDelft (Países Bajos). Profesor de arquitectura y urbanismo en distintas Universidades de Europa y América Latina. Ejerce de arquitecto en Garcia-Somoza arquitectos y de editor en Edicións espontáneas. Entre sus publicaciones se encuentran los libros: “El poblado industrial de As Veigas en As Pontes de García Rodríguez 1945-1972” (2023), “From the village to the neighbourhood” (2021), “Vivenda Colectiva Vivenda Protexida” (2008), “Outras casas, outros hábitos” (2007) y “25 Casas de Galicia” (2005).
Para citar este artículo:
Toni García. El espacio público es la ciudad. Crítica Urbana. Revista de Estudios Urbanos y Territoriales. Vol. 7, núm. 32, Lecturas para el pensamiento crítico. A Coruña: Crítica Urbana, junio 2024.