Por Maricarmen Tapia Gómez |
Directora de Crítica Urbana |
CRÍTICA URBANA N. 33 |
La historia la escriben los vencedores ¿y qué hay de la memoria? Los espacios de memoria, de significado colectivo, requieren ser revisados a la luz de un pensamiento crítico, decolonial y feminista. Se trata de rescatar las memorias como un acto necesario para construir una identidad compleja e inclusiva
Un lugar no es un espacio cualquiera, es un espacio concreto, con forma y uso propio; su singularidad está en los valores y significados que les atribuyen las personas. Los lugares, en sus diversas escalas, están cargados de historias y memorias no siempre explícitas. El diseño y la planificación pueden rescatar estas señas distintivas y hacerlas evidentes para quienes experimentan el lugar, resignificando, aprendiendo y haciendo justicia a la historia de quienes los habitaron y recogiendo los valores colectivos que se quieren legar.
La memoria del lugar es la parte distintiva del patrimonio; en ella subyace parte de su valor y autenticidad. También lo es la representación a través de los nombres de lugares y calles, placas, monumentos que conmemoran a quienes habitaron o lo que sucedió en ese lugar. Desde el feminismo, por ejemplo, se trataría de rescatar la memoria de las mujeres en nuestras ciudades y territorios y que formaran parte de los nombres de calles y plazas. Mujeres que, siendo la mitad de la población, están sub-representadas en nuestros espacios públicos, omisión que es parte de un complejo engranaje de discriminación. Lo mismo podemos aplicar a todos los grupos que han sido discriminados, omitidos, borrados de la memoria de nuestros espacios cotidianos.
Detrás de toda memoria silenciada hay violencia y horror. Detrás de toda memoria única o memoria oficial hay omisiones y distintas formas de represión. Podemos diseñar para la reparación y la justicia, abriendo la puerta a sanar, completar e integrar. Una memoria completa y aguda nos da luz y nos permite decidir sobre el presente y el futuro que queremos como colectivo y como individuos.
La memoria se constituye, toma forma y es comunicada también a través de otras expresiones: el arte urbano, las conmemoraciones y fiestas, así como las manifestaciones públicas ciudadanas. Todas ellas reconstruyen permanentemente un lugar en una centralidad, desde donde se alza la voz colectiva, en festejo o protesta. Cada una de estas expresiones va otorgando nuevos y renovados significados a los espacios. La conmemoración está enraizada en un espacio determinado en el que se representa una memoria específica que se quiere enseñar y de la que se quiere participar.
Las distintas memorias presentes en los espacios que recorremos, destruimos y reconstruimos van siendo parte constitutiva de nuestra identidad. Se dice que un pueblo sin memoria es un pueblo sin identidad y podemos pensar de la misma manera los espacios, un espacio sin memoria es un espacio sin identidad. Un espacio al que no hay forma de arraigarse, saberse contenido y verse reflejado en él. El diseño puede contener, o no, esa capacidad de constituirse en lugar. La memoria colectiva es un antídoto contra la soledad y la ciudad anodina, necesitamos lugares donde encontrarnos y reconocernos: hacer la ciudad de múltiples lugares.
Nota sobre el autora
Maricarmen Tapia Gómez es directora de Critica Urbana. Arquitecta, doctora en Urbanismo por la Universitat Politècnica de Catalunya. Ha desarrollado su trabajo en el análisis y diseño de políticas urbanas, tanto en el mundo académico como en instituciones públicas. Participa activamente en la defensa de los derechos de las personas en la ciudad y el territorio, a través de organizaciones, publicaciones e investigaciones. + artículos de la autora en Crítica Urbana
Para citar este artículo:
Maricarmen Tapia Gómez. Espacio, lugar y memoria. Crítica Urbana. Revista de Estudios Urbanos y Territoriales Vol. 7, núm. 33, Memoria y ciudad. A Coruña: Crítica Urbana, septiembre 2024.