Por Isabel Blas Guillén |
CRÍTICA URBANA N. 32 |
Hace ya unos cuantos años que “conozco” a Brigitte Vasallo. Fue allá por el año 2013 cuando una profesora nos recomendó, en la asignatura optativa de Feminismos de la Facultad de Derecho su libro “Pornoburka”, del cual no he venido a hablar hoy.
Brigitte Vasallo es una feminista txarnega que investiga desde sus diversas experiencias en la periferia, a veces de Catalunya, a veces de Marruecos. Lejos de la arquitectura, la ingeniería o la economía, su voz tiene especial relevancia cuando hablamos de ciudad y territorio, pero no precisamente por referirnos a estos conceptos desde lo técnico únicamente, sino desde la dignidad radical de la inclusión en los espacios que habitamos.
Cómo nos organizamos en estos espacios, tanto urbanos como rurales, parte de nuestro deseo y de nuestras posibilidades, pero también de las prácticas habituales de nuestros vínculos amorosos y del lenguaje que utilizamos para relacionarnos.
De los vínculos comunitarios al cercamiento de pareja
En su libro Pensamiento Monógamo Terror Poliamoroso, la autora analiza la manera en la que, a partir de las diferentes relaciones sexo-afectivas que construimos se deriva también en las diferencias sociales de distribución en los espacios que habitamos, tanto los privados como los públicos.
Esta autora examina el influjo del sistema monógamo y su adaptación en la reproducción de nuestras experiencias en determinadas coyunturas históricas. En el libro, Vasallo desenvuelve extensamente la influencia de esta vinculación social basada en la exclusividad y el deseo del individuo que fue extendido por toda Europa entre los siglos XV y XVIII. Entre otros, desarrolla la imposición de la religión en las relaciones sexo-afectivas, que con única finalidad de reproducción, favorecieron el cambio de las dinámicas comunitarias bajo el soporte de un incipiente capital. Las comunidades articuladas por vínculos no sanguíneos y el mutualismo de los recursos compartidos del campesinado y los comuneros del continente, eran contrarios a las relaciones jerárquicas y, por tanto, una amenaza para aquel disciplinamiento social.
A razón de la nueva organización social privatizada, y mediante el control sexual y moral de las relaciones humanas, se desplazó forzosamente al campesinado que fue expoliado del territorio para acabar convertidos en trabajadores asalariados de las fábricas de las primeras urbes. Citando la autora en el libro a Silvia Federici:
“Se lanzó un ataque contra todas las formas de sociabilidad y sexualidad colectivas, incluidos los deportes, juegos, danzas, funerales, festivales y otros ritos grupales que alguna vez habían servido para crear lazos y solidaridad entre los trabajadores (…) El cercamiento físico ejercido por la privatización de la tierra y los cercos de las tierras comunes fue ampliado por medio de un proceso de cercamiento social, el desplazamiento de la reproducción de los trabajadores del campo abierto al hogar, de la comunidad a la familia, del espacio público (la tierra común, la iglesia) al privado” 1
Este cambio de dinámica ha predominado hasta nuestros días, alzando urbanizaciones y municipios pensados para que estos modelos de vida basados en la familia nuclear sean posibles, bajo la óptica del capitalismo de los afectos.
El amor en tiempos del neoliberalismo
Sin embargo, y como supuesta alternativa a todo lo anterior, Vasallo también argumenta por qué desde los activismos comunitarios, en este caso, desde la anarquía relacional y desde las relaciones poliamorosas, también ha proliferado la esencia del sistema monógamo y jerárquico. La escritora critica que las prácticas en estos ámbitos se han vuelto una suerte de consumo de cuerpos como un producto más del mercado, sobre los cuales se siguen construyendo las mismas identidades hegemónicas, o donde siempre hay alguien a quien puedes reemplazar cuando las cosas se complican y toca reparar el vínculo común dedicando tiempo, espacio y comprensión, dejándonos exactamente igual ante la soledad e indefensión emocional de la pareja tradicional.
Como ya sabemos, el éxito es lo que acumulas bajo tu propiedad, incluyendo como una pertenencia más el amor. Vasallo expone, a lo largo del libro, cómo la aprobación social del descubrimiento del amor-de-verdad® fractura los vínculos comunitarios y nos ciega la mirada ante cualquier subjetividad, como en ocasiones, ante las posibles violencias en la pareja. Es de tal importancia la búsqueda del amor de pareja que, una vez se encuentra, se considera la relación sobre la que se va a construir todo el proyecto vital o, incluso, el único proyecto sobre el que empieza la vida. Una vez llega el amor-de-verdad®, las personas que conformaban la red afectiva y de cuidados pasan a un segundo plano con el beneplácito de todas. Porque, como dice la autora, el resto de personas “solo” son amigas, “solo” estaban en el mientras tanto y, bajo ese “solo”, cada una aprueba esta nueva posición en el podio de los afectos comunitarios.
La autora concluye en su exposición que no se trata de una opción correcta, exclusividad o poliamor, no es una cuestión de números en las relaciones sexo-afectivas, si no de fracturar las jerarquías en los vínculos que rezuman individualismo y concentran poder, tanto en unas prácticas como en otras. Porque en ningún caso, como ella describe parafraseando a Audre Lorde, las herramientas del amo nunca desmontarán la casa del amo.
Convivir en el capitalismo de las ideas
Asimismo, nuestro lenguaje, cambiante, el lenguaje que utilizamos en los espacios públicos, privados, profesionales, amorosos, sociales o, en definitiva, comunes, pueden también generar discriminación. Brigitte Vasallo, en su libro Lenguaje Inclusivo Exclusión de Clase, reconociendo la legitimidad y necesidad de este debate, no lo reduce a una cuestión lingüística sino política. Plantea qué tipo de palabras utilizamos en los espacios que nos son propios, y cómo la tecnificación y academización del mismo reduce el alcance público, precisamente pretendiendo incurrir en todo lo contrario. La exclusión de clase no solo proviene de lo material, sino que también del capital cultural, de tu forma de hablar, de tus gestos, de tu volumen de voz. Lo que dices y cómo lo dices, pertenecer a un lugar y a un determinado ambiente dentro de ese lugar, también decide si habitas en la inclusión comunitaria o en la exclusión de clase.
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Notas
[1] Silvia Federici, Calibán y la bruja, Traficantes de Sueños, Madrid, 2014, p. 185.
Nota sobre la autora
Isabel Blas Guillén és advocada i politòloga a El Rogle. Té un Màster en Dret Internacional de Drets Humans i Dret Internacional Humanitari a la American University Washington College of Law. Actualment és advocada en assumptes de família, gènere, infància i discapacitat. El Rogle forma part de l’equip de assessors de Crítica Urbana. https://elrogle.es
Para citar este artículo:
Isabel Blas Guillén. Habitar desde las otras estructuras. Crítica Urbana. Revista de Estudios Urbanos y Territoriales. Vol. 7, núm. 32, Lecturas para el pensamiento crítico. A Coruña: Crítica Urbana, junio 2024.