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Habitar el vacío: un rural que nace y otro que desaparece

22 junio, 2025

Por Cláudia Morán Mato (Texto) y Brais Lorenzo (Fotos) |
CRÍTICA URBANA N. 36 |

En Galicia, en el noroeste de la península ibérica, más de 2.000 pueblos ya no tienen quien los habite. En muchos otros, la población mengua a gran velocidad desde mediados del siglo XX, dejando casas vacías y abandonadas y un número de habitantes, casi todos mayores, que se cuentan con los dedos de las manos. Ellas y ellos van viendo cómo su vecindad desaparece sin tasa de reposición. Y, sin embargo, se resisten a abandonar el lugar que los vio nacer si no es naturalmente, con la muerte.

La despoblación y la dispersión en el rural gallego son un fenómeno complejo y global, y en esta tierra periférica –mirando al Atlántico, por el que tanta gente tuvo que emigrar a América Latina–, la gente de aquí no dice pueblo, sino aldea. Un concepto sin equívocos que responde a una imagen llena de símbolos, afectos, ritos y cultura popular.

Un grupo de periodistas y el fotógrafo Brais Lorenzo nos unimos para dar forma a Habitar o baleiro –en castellano, Habitar el vacío–, un proyecto multiplataforma nacido en 2022 para documentar lo que desaparece en las aldeas gallegas y salvarlas del olvido, pero también contar lo que nace y se recupera. Un trabajo periodístico y un asidero a la esperanza de una vida posible en la naturaleza en la que muchas personas, en pueblos y ciudades, todavía creen.

Vista de la aldea de Degrada, Cervantes (Lugo)

Lo que muere

La generación milenial, la nuestra, es la última en la que no tener aldea –la casa de los abuelos, el lugar de los mejores veranos, los de la infancia– es una rareza. Cada aldea que desaparece en Galicia es una pérdida de altísimo valor antropológico y cultural. Asistimos en directo a la desaparición de un modo de vida en tiempo real, y que, sin embargo, está siendo insuficientemente documentado desde los medios.

Galicia ha pasado en menos de un siglo de ser eminentemente rural a ser eminentemente urbana. La migración hacia las ciudades y al extranjero ha vaciado aldeas enteras. Las zonas más afectadas son las áreas montañosas de las provincias de Lugo y Ourense. Cerca del 10% de los ayuntamientos (29 de 313) entrarían en la categoría de desiertos demográficos, según la definición de la Unión Europea: menos de 10 habitantes por kilómetro cuadrado. Otros 64 no llegan a los 20.

En el interior de una casa abandonada en Aldea de Nogueira, Ourol (Lugo). Foto: Brais Lorenzo.

Desaparecen las formas de vida de subsistencia, la agricultura más tradicional y la vida en la naturaleza, con unos ritmos muy marcados por la salida y la puesta de sol. Conocemos la historia de Auria (Puxedo, Lobios, Ourense), que recuerda cómo de niña hacía carbón en el monte y lo vendía por los alrededores, haciendo muchos kilómetros a pie. La de Domingo (Santa María do Trobo, A Fonsagrada), que trabajó hasta pasados los 80 años con un carro de vacas en el municipio más grande de Galicia, hoy convertido en un símbolo del vacío.

También la de Maruja (Toubes, San Cristovo de Cea, Ourense), que asistió agitada a la voracidad de las llamas de un incendio forestal acercándose a su casa, tras encontrar pasto para extenderse en las fincas abandonadas de sus vecinos. O la de Celso (Vilar, Calvos de Randín, Ourense), que sigue elaborando las tradicionales corozas, chubasqueros de paja con los que la gente se protegía de las inclemencias del clima cuando salía con el ganado. Con ellas, asegura Celso, las prendas de hoy no podrían competir una noche a la intemperie.

Maruja Rodríguez, 76, vecina de pueblo de Toubes (Ourense), ante las llamas de un incendio forestal.

Son algunos de los protagonistas de Habitar o baleiro, testigos de un mundo que ya no existe y valiosos contenedores de nuestra memoria colectiva, de lo que somos, aunque nunca lo hayamos conocido. De los métodos domésticos cuando hay y cuando no hay luz. De los cantos tradicionales, este año homenajeados como tradición oral en el Día das Letras Galegas. También de los nombres de los cultivos, las plantas y los animales, que vemos pero no sabemos nombrar.

Son mayores, muchos solitarios, reacios a abandonar sus aldeas, viviendo en un silencio interrumpido sólo por la naturaleza; pero también personas que cruzaron el Atlántico o viajaron a Suiza o Alemania en busca de un futuro que Galicia no les podía ofrecer. Son, en fin, lo que va quedando atrás, mientras la vida en las ciudades se perfila cada vez más difícil.

 

Lo que nace y se recupera

Documentar el vacío también descubre brotes verdes. Cada vez más personas, muchas jóvenes, deciden quedarse o volver al rural para dedicarse al sector primario o trabajar en proyectos innovadores. Florecen iniciativas agroecológicas, como granjas de animales criados sin explotación intensiva, y algunas aldeas abandonadas o deterioradas, como Puxedo, están siendo restauradas por colectivos que apuestan por poner en valor su patrimonio etnográfico.

En Piornedo (Os Ancares, Lugo), la iniciativa Teitos de Piornedo, liderada por mujeres, trabaja para recuperar las pallozas, milenarias viviendas de piedra con techos de paja que, pese a estar catalogadas como Bien de Interés Cultural, no estaban siendo debidamente preservadas.

Uno de los casos más alentadores es Negueira de Muñiz (Lugo), el ayuntamiento donde una comunidad reasentada en los años noventa repobló aldeas como Ernes, echó raíces y logró la reapertura del colegio local. Hoy se dedican al campo o a los productos bioecológicos, y comparten un tractor que adquirieron en común.

No se puede hablar de la recuperación del rural ignorando el Entroido, el carnaval gallego: más que una fiesta, es todo un rito. Reivindica, principalmente desde aldeas de Ourense y Lugo, la cultura de base de nuestro pueblo, celebra el fin del invierno y la llegada de la primavera, los cultivos y el sustento imprescindible para toda la humanidad. Cada vez son más las aldeas que recuperan y mantienen vivos sus Entroidos, cada uno con sus personajes, símbolos y vestimentas, para reivindicarse y recordar lo indispensable.

Entroido baixada da marela, en Maceda (Ourense). Foto: Brais Lorenzo.

Ante un rural que parece darse por amortizado desde la Administración, son muchas las personas residentes en ciudades que asisten a las exposiciones de Habitar o baleiro y nos manifiestan su deseo de vivir en la aldea. La mayoría señalan la crisis inflacionista y de vivienda, junto a la precariedad laboral y el aislamiento alentado por el individualismo, el capitalismo y la falta de una red de apoyo o comunidad. Un concepto, este último, que sí se ve en las aldeas y que parece no cambiar con el paso de los siglos.

 

Obstáculos y luchas: comunidad en el rural

La vida en el rural tampoco es idílica (ni, a tenor del devenir del nivel de vida, en las ciudades). En paralelo a la despoblación y la dispersión, en las aldeas gallegas surgen retos y obstáculos. Junto con problemas ambientales como los incendios o la sequía, los parques eólicos proliferan en los últimos años. Un impacto acústico y paisajístico que, si bien da respuesta a la necesidad de energías renovables, no revierte en la sociedad como diversas asociaciones ambientales y sociales demandan.

En Muras (Lugo), el municipio con más aerogeneradores de Galicia, lo percibido por las personas que vendieron o alquilaron sus tierras para la instalación de eólicos contrasta de manera agraviante para ellas con los beneficios de las empresas renovables: 35 millones de euros de facturación en 2020, según un informe de la Universidad de Vigo. Ante la falta de una planificación eólica autonómica, como reclaman las asociaciones, el ayuntamiento puso en marcha en 2015 bonificaciones en la tarifa eléctrica para compensar de alguna forma a la población, rodeada de eólicos –y, en algunas zonas, en convivencia directa con ellos–. La mayoría de los parques de Muras se encuentran, además, en zonas de Red Natura.

Un caballo salvaje ante los aerogeneradores de un parque eólico en Muras (Lugo). El municipio lucense de Muras, en el que viven 600 vecinos, es el que más aerogeneradores tiene de toda Galicia. Cuenta con un total de 20 parques eólicos y acumula 381 molinos a lo largo de toda su superficie.

Otro fenómeno de impacto son las consecuencias de los embalses construidos por iniciativa del franquismo, como el de Lindoso o el de Grandas de Salime, que anegaron aldeas enteras y expulsaron a sus habitantes. Es el caso de Aceredo, en Lobios (Ourense), y Negueira de Muñiz (Lugo).

Otros núcleos del centro y de la costa de Galicia no se encuentran en peligro de despoblación, pero se han levantado contra proyectos de explotación voraz del territorio. Las comarcas de A Ulloa y Arousa están en pie de guerra contra el proyecto de la compañía portuguesa Altri: una macrocelulosa que pretende instalarse en el corazón de Galicia, con el apoyo de la Xunta de Galicia. Según varios estudios y análisis expertos, supondría una bomba ambiental en toda la comarca y en la ría de Arousa, afectando a la actividad agrícola, ganadera y marisquera, que ya están en retroceso per se por los movimientos de población hacia las ciudades y problemas de biodiversidad y contaminación.

Las asociaciones ambientales, sociales y labriegas coinciden en afirmar que es la población la que está tejiendo una red y una comunidad rural para proteger el territorio, mientras critican, igual que la oposición política, que la Xunta sólo se acuerda de las aldeas a las puertas de las elecciones.

 

Políticas necesarias

Para revertir la despoblación en el rural gallego y fijar población en él, las voces expertas apuntan a una planificación territorial que, en este momento, no existe. La voluntad de la gente y el trabajo comunitario es importante, pero no suficiente. La mejora del transporte, el pleno acceso a Internet, el apoyo a las comunidades locales y, en definitiva, los incentivos para hacer del rural un enclave atractivo son algunas de las medidas propuestas.

Desde Habitar o baleiro seguiremos recorriendo aldeas, escuchando historias y capturando imágenes para poner el foco en el rural de antes y el del futuro, que podría convertirse en una mera trastienda de las ciudades o en un lugar donde la vida y el trabajo dignos sean posibles. Una labor de memoria y de esperanza, y una llamada a mirar hacia la aldea no como un lugar que se pierde, ni como un enclave exótico o de retiro, sino como uno que espera ser rehabitado y resignificado. No es sólo un proyecto periodístico; es un compromiso con el rigor para construir el futuro a través de reportajes, una exposición itinerante que ya está recorriendo la comunidad y un documental que dará voz a las personas que habitan, en toda la complejidad del término, este vacío.


Nota sobre los autores

Cláudia Morán es periodista y coordinadora de textos en Habitar o baleiro. Graduada en Periodismo por la Universidad Ramon Llull y Máster Especializado en Política Internacional por la Universidad Pompeu Fabra (Barcelona), forma parte del comité de redacción de la revista Luzes y escribe una columna semanal en Nós Diario. Trabaja en Galicia desde 2014, abordando temáticas sociales, culturales y de género.

Brais Lorenzo es el fotógrafo de Habitar o baleiro. Formado en Fotografía y Geografía e Historia, está interesado en temáticas sociales y medioambientales y cree en el poder transformador de la imagen. Desde 2010 compagina el fotoperiodismo con trabajos documentales de largo aliento. Es colaborador habitual de Bloomberg, AFP y Agencia EFE. Realizó fotografías para medios estatales como El País, El Mundo o La Vanguardia, e internacionales como The Guardian, The New York Times, The Wall Street Journal, Washington Post o Time.

Habitar o baleiro es un proyecto periodístico multiplataforma con vocación de largo recorrido que nace para documentar la vida en el rural de Galicia. Lo que fue, lo que es, lo que nace y lo que desaparece son pilares fundamentales que construyen el relato, ayudan a entender el pasado y también a explicar el presente. Son las historias del rural que merecen ser contadas para que lo natural viva y la memoria permanezca. www.habitarobaleiro.gal
https://www.instagram.com/habitarobaleiro?igsh=amtya2ljMzZwYTg2
https://www.facebook.com/share/16fFSUuDFt/

 

Para citar este artículo:
Cláudia Morán Mato (Texto) y Brais Lorenzo (Fotos). Habitar el vacío: un rural que nace y otro que desaparece. Crítica Urbana. Revista de Estudios Urbanos y Territoriales Vol. 8, núm. 36, Territorios activos. A Coruña: Crítica Urbana, junio 2025.

Critica Urbana n. 36
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