Por Mariapía Garaycochea |
CRÍTICA URBANA N. 24 |
En las urbes de América Latina como Lima, es cada vez menos frecuente ver a niños y niñas participando de su ciudad y en su comunidad. El juego, disfrute, recreación y desarrollo, principalmente de la primera infancia, ha sido reducido en gran parte al ámbito privado. Esto se debe en gran medida a que las ciudades se están transformando en espacios poco accesibles, carentes de empatía, calma, y refugio.
La bulla, las largas distancias y la poca accesibilidad para llegar de un punto a otro, sumado a la contaminación que uno encuentra en cuanto sale del ámbito privado muestra el bajo interés por parte de las autoridades y los gestores de la ciudad, de pensar las ciudades desde las múltiples diversidades de los usuarios que la habitan. Asimismo, esta falta de empatía se manifiesta en la poca consideración de que los niños y niñas, por sus condiciones físicas, y de crecimiento, están entre los usuarios más vulnerables que albergan las ciudades, y que cada experiencia que viven tiene un impacto significativo en su desarrollo y bienestar.
Lamentablemente, la participación de la primera infancia en relación con el diseño y la planificación de las urbes que habitan muchas veces queda en dibujos y relatos a través de los cuales estos usuarios cuentan o describen sus experiencias en su camino a sus centros de estudio o recreación, encuentros con amigos o familiares en el parque, el mercado o algún espacio público de la ciudad. A pesar de su importancia, estos grandes esfuerzos de participar por parte de los niños y niñas no son interpretados, ni considerados en el desarrollo de acciones que promuevan la reconfiguración de las ciudades para que las mismas viren hacia un desarrollo más compacto, seguro, amigable y accesible.
Un niño o niña de 3 años, mide en promedio 95 cm., una altura que genera que experimenten la ciudad de manera bastante particular[1]. Sus sentidos están mucho más cerca del pavimento, los tubos de escape, y las bolsas de basura, que en muchos casos pasan días descomponiéndose sobre las veredas. Por el tamaño de sus pulmones, la frecuencia respiratoria de un bebé, niño o niña es mucho más constante que la de un adulto, por lo que la contaminación que emite el parque automotor en una ciudad y los puntos críticos de residuos, entre otros factores que incrementan la contaminación del aire, tiene un impacto más significativo en la primera infancia, afectando su desarrollo neurológico, su capacidad cognitiva y generando condiciones que los hacen más propensos a contraer infecciones respiratorias agudas, y otras enfermedades que se pueden presentar a lo largo del tiempo[2].
Fomentar y fortalecer la participación de los niños y niñas y sus cuidadores en la planificación, diseño y gestión de las ciudades es fundamental para entender los aspectos más relevantes para ellos. Existen múltiples maneras. En algunas ciudades los alcaldes cuentan con Consejos Consultivos de Niñas, Niños y Adolescentes, que sesionan para conocer lo que representantes de la primera infancia piensan y le gustaría para con sus ciudades. Lo que no debe perder de vista esta iniciativa, es que, una vez escuchadas sus inquietudes y demandas, es necesario involucrar también a los niños, niñas y sus cuidadores en los procesos de diseño, validación e implementación de acciones, buscando estrategias apropiadas que promuevan una consciencia ciudadana activa, que, más adelante, fomente que sean agentes de cambio.
Otras estrategias que promueven la participación activa es el juego y la recreación en los espacios públicos que hacen parte de la ciudad. En este sentido, las caminatas con niños, niñas, bebés y sus cuidadores, ayudan a entender sus dinámicas, los tiempos que les toman desplazarse de un lugar a otro, la infraestructura que necesitan para disfrutar y sentirse seguros, y promover una estancia más prolongada fuera del ámbito privado; así como generar propuestas que permitan estimular su desarrollo, e incentivar ciudadanos activos.
Finalmente, partiendo del hecho de que, en sus primeros cinco años, los niños y niñas son los mejores aprendices del planeta, y su desarrollo cognitivo y crecimiento es mucho más rápido que en cualquier otra etapa de su vida, otra manera efectiva de promover la participación de los niños y niñas en su ciudad es a través de su capacitación. Temas como la promoción de la economía circular, la implementación de vegetación, el fomento de la movilidad no motorizada, entre otros, son aspectos que deben ser entendidos y discutidos desde pequeños, con el objetivo de formar ciudadanos informados que sepan discernir sobre aquello que puede contribuir con su ciudad, el ambiente y su comunidad.
Solo a partir de la participación activa y transversal de la primera infancia en la planificación y gestión de las ciudades será posible desarrollar e implementar urbes integrales que acojan a la diversidad de sus usuarios, entiendan sus dinámicas, promuevan y estimulen su encuentro, desarrollo y bienestar, y respeten su derecho a una ciudad que legitime y valide sus necesidades, y los reconozca plenamente como ciudadanos
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Nota
[1] If you could experience the city from 95cm – the height of a healthy 3-year-old that would you change? https://bernardvanleer.org/solutions/urban95/
[2] Children and the elderly are most acutely affected. https://www.stateofglobalair.org/health/global
Nota sobre la autora
Mariapía Garaycochea es activista ciudadana y miembro de DespiertaLima, colectivo que busca despertar conciencia sobre la ciudad de Lima y el rol de sus habitantes. Ciclista y feminista urbana. Comunicadora para el Desarrollo por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Con especialización en Planificación y Ciudades Sostenibles por la Científica del Sur. Ha trabajado para la Municipalidad de Lima abordando iniciativas de espacios públicos y primera infancia.
Para citar este artículo:
Mariapía Garaycochea. La necesidad promover la participación de la primera infancia en el diseño y la planificación de las ciudades. Crítica Urbana. Revista de Estudios Urbanos y Territoriales, Vol. 5 núm. 24 Participación: mito o realidad. A Coruña: Crítica Urbana, junio 2022.