Por Jeffer Chaparro |
CRÍTICA URBANA N.22 |
¿Acaso el inicio de un estallido social y territorial en Colombia? Durante los últimos años algunas calles y plazas, y otros espacios públicos, de las principales ciudades colombianas han sido el escenario de protestas multitudinarias.
Es difícil establecer una cronología detallada de las protestas callejeras, pues desde mediados del siglo XX, cuando las élites políticas, económicas y militares del país decidieron hacerle la guerra sucia a los pobres, marginados y excluidos, tanto rurales como urbanos, el país no ha parado de protestar.[1] Existen antecedentes muy graves, como los asociados a la masacre de personas trabajadoras en las bananeras de la costa Caribe en diciembre de 1928, con alrededor de 1000 asesinados por el ejército nacional. Protesta tras protesta, tras protesta, tras protesta, tras protesta, tras protesta… Masacre tras masacre, tras masacre, tras masacre, tras masacre… ¿Dónde quedó la firma de la Paz en Colombia?[2]

19 de mayo, Américas, Bogotá. Foto: María Camila Hernández Lastra.
Las protestas recientes en Colombia, que se podría decir tienen como inicio el 28 de abril de 2021[3], y que se consideran como el germen de un estallido social, se remontan a un conjunto de movilizaciones realizadas entre el 2019 y el 2020, pero que fueron frenadas por las cuarentenas ligadas al COVID-19. Durante plena pandemia estallaron las protestas urbanas en Colombia, pero ellas se vinculan directamente a las originadas hacia finales de 2019, específicamente el 21 de noviembre, antes de la declaración oficial del confinamiento por el coronavirus. En conjunto estas manifestaciones se relacionan inexorablemente con un acumulado de abuso, torpeza, ignorancia, mediocridad, arrogancia, corrupción. Varias desapariciones y masacres, direccionadas desde el Estado Colombiano, han sido comprobadas, por lo que ha sido condenado oficialmente por este tipo de hechos en el plano internacional. El mandato del actual presidente Duque es ilegítimo pues, entre otros, se ha demostrado que hubo compra de votos para su elección; pero en Colombia pese a las pruebas no pasa nada, ya que la Fiscalía, los jueces y muchos abogados son bastante sucios y corruptos.[4] Unos se tapan con otros y todo va bien. La justicia no funciona en Colombia. La gente no protesta de gratis… Ni aquí ni en ningún lugar del mundo.
Es evidente que todo este segmento reciente de protestas callejeras se mezcla con el repudio hacia los otros actores de la muerte y la corrupción en el país. La sociedad colombiana está harta del abuso, el atraso, la muerte y la corrupción que se emana desde el mismo Estado, en especial desde mediados del siglo XX, luego de la muerte, del asesinato, del líder político Jorge Eliécer Gaitán, que derivó en el Bogotazo: una revuelta impresionante que acabó con buena parte de la zona central de Bogotá y que se extendió, de distintas maneras, incluso de forma manipulada, como violencia generalizada en el país.[5] En el Bogotazo, indudablemente, las calles fueron protagonistas. ¿Ha servido de algo el Estado Colombiano?
¿Pero qué ha ocurrido recientemente en Colombia? Pues todo lo anterior, que no permite ni siquiera asomarse a la brutalidad emanada y reproducida desde el Estado, es solo una pequeña muestra. El problema es tan grande que los jóvenes, muchos de los cuales son hijos o nietos de los desplazados, los asesinados, los torturados, los desaparecidos, que no pueden estudiar ni pueden trabar porque no hay ni lo uno ni lo otro, se han dado cuenta que el Estado colombiano no funciona, razón por lo cual en esta última fase se han quemado estaciones de policía, se ha afectado el precario transporte público incinerando buses, y han resistiendo por días y meses en las calles generando procesos colectivos, factuales y simbólicos, que reclaman la corrección de los errores del Estado y exigen el cese de la brutal represión policial y militar. Se ha llegado al punto de cinismo tal que el Estado envía helicópteros de guerra a enfrentar a los manifestantes.[6] Esos mismos helicópteros no hacen nada frente al narcotráfico, los paramilitares, las guerrillas que aún persisten y los grupos armados ilegales. Pues sí, ahora los enemigos son los jóvenes de las ciudades, los jóvenes marginalizados, los que no tienen empleo ni estudio universitario, los de las clases populares, a ellos se les envían los helicópteros, las tanquetas antimotines, los tanques de guerra, las balas. El documental Cali: todos gritan, es una buena muestra de la complejidad y la asimetría que maneja el Estado colombiano frente a las protestas de los jóvenes y a un posible o factible estallido social en curso.[7]
Aunque existen elementos de continuidad, durante las protestas iniciadas el 28 de abril de 2021 se han generado algunas dinámicas diferentes, pues ciertos lugares públicos se han convertido en zonas de conflicto: estaciones de los buses; plazas y áreas abiertas asociadas a los portales de los buses, Transmilenio en Bogotá[8] y MIO en Cali; plazas principales de los centros históricos; parques arborizados y otras plazas; calles emblemáticas o principales; plazas con monumentos alusivos a la conquista y el genocidio español;[9] entradas a barrios y zonas con gran cantidad de población popular. Por las dimensiones del país es muy complicado registrar al milímetro estos espacios de confrontación. Hay quienes señalan que las protestas fuertes duraron 3 meses; pero para otros las protestas, aunque han bajado de intensidad, persisten; indudablemente los medios masivos de comunicación son parcializados y no registran todos los actos de protesta y resistencia.

8 de junio, Usme, Santa Librada, Bogotá. Foto: María Camila Hernández Lastra.
Durante el periodo 2019 – 2021 un gran distintivo de las acciones en los espacios públicos ha sido el auge de la violencia gestada por la policía y la respuesta, también violenta, por parte de algunas personas inmersas o no en las protestas. Varios registros audiovisuales e investigaciones mediáticas han logrado demostrar que normalmente la policía inicia las confrontaciones en las protestas pacíficas, y que ello detona la reacción violenta de algunas personas, que no siempre pertenecen a quienes protestan. Se ha podido comprobar, por ejemplo, que en muchas ocasiones quienes inician la violencia en realidad son policías y agentes del Estado disfrazados de manifestantes y vándalos. Hay muchos registros que permiten señalar que esta es una conducta sistemática.[10]
Durante décadas la violencia estatal se concentró en el campo, por lo cual mucha gente en las ciudades era incrédula, sentía esas agresiones como alejadas. Ahora se ha destapado la olla podrida y el Estado asesina en las ciudades, en las calles y parques, bajo la vista de los jóvenes y con pruebas grabadas en los teléfonos celulares, y con completa impunidad. Los jóvenes lo han visto, lo han sentido, lo han vivido, lo han experimentado. El caso del asesinato del joven estudiante de colegio Dilan Cruz por parte de un policía del Escuadrón Móvil Anti Disturbios (ESMAD) es apenas un caso entre muchos.[11]
Desde cierto punto de vista se podría señalar que en Colombia hemos sufrido varias dictaduras light disfrazadas de democracia. Corrijo: no han sido tan ligeras si se analizan las cifras conjuntas y se tiene una visión geo-histórica… En Colombia la policía y los militares hacen lo que se les da la gana en completa impunidad. Luego la guerrilla hizo lo que quiso: secuestró, mató, desplazó, contaminó los ríos al volar los oleoductos. Y de ñapa llegaron los paramilitares, a hacer lo mismo, a traficar droga, a instalarse en la Casa de Nariño. El Matarife y sus secuaces andan sueltos.[12] Y ni hablar del narcotráfico, que hasta envía jets desde Colombia directamente a Europa con la complicidad de las autoridades a lado y lado del Atlántico.[13]
Para contextualizar mejor este breve texto, es indispensable consultar un documento anterior, escrito en el año 2017: el Monstruo de Cabezas Infinitas, en el cual intento presentar y describir una matriz de múltiple entrada para señalar mi interpretación respecto a los intentos de paz y la insistente guerra en Colombia.[14] Allí manifiesto mi lectura sobre lo intrincado de la guerra en el país, que a modo de un engendro rabioso, infernal, no suelta a su presa, así muera en el proceso. Las calles, en especial de las grandes ciudades de Colombia, se han ido convirtiendo en el escenario de las protestas frente a la situación de país, que no es solo de guerra, sino de hambre, exclusión, abuso, corrupción y muerte. Obviamente la represión estatal ha teñido esas calles de sangre. ¡Colombia es un Estado fallido!
No conviene olvidar que las protestas durante los últimos años se han ampliado y expandido por América Latina[15] y casi a todo el mundo. ¿Acaso el neoliberalismo y la democracia están en la recta final? ¿O todo esto es apenas el inicio del neofascismo tecno-científico-económico-biológico planetario?
No es posible señalar con certeza que en el caso colombiano haya un estallido social y que la situación cambie. Pero tampoco es descabellado considerar que se instale una dictadura militar declarada y descarada. El nivel de incertidumbre es realmente amplio…
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[1] https://www.youtube.com/watch?v=XdK-FbATQfs ; https://www.youtube.com/watch?v=5vjzZW0CPZE
[2] https://www.youtube.com/watch?v=6fFM1UATSLc
[3] https://www.youtube.com/watch?v=emtZZvWWgZs; https://www.france24.com/es/programas/el-debate/20210528-protestas-colombia-balance-estallido-social-gobierno-ivan-duque
[4] https://www.youtube.com/watch?v=6NS_2Y1Hfh8
[5] https://www.youtube.com/watch?v=ko72Y8XyYKQ ; https://www.youtube.com/watch?v=Ag-_Q66CuGQ
[6] https://www.youtube.com/watch?v=fEMTX2vAz1g ; https://www.youtube.com/watch?v=j4XBO7a7YeM
[7] https://www.youtube.com/watch?v=rnTyiIIxKUQ
[8] https://www.youtube.com/watch?v=rpWPA7Bg0mE
[9] https://www.youtube.com/watch?v=k4GqFZN6Uu0
[10] https://www.youtube.com/watch?v=Axbn0_eg76A
[11] https://www.youtube.com/watch?v=vBBPSgW4A9A ; https://www.youtube.com/watch?v=VGD8eISLkA8
[12] https://www.youtube.com/watch?v=V2m2WA70fM4
[13] https://elpais.com/internacional/2018/02/23/colombia/1519403855_122287.html
[14] http://www.lavoz.kronospatrimonio.com/Anteriores/40.%20Junio%202017.pdf http://www.lavoz.kronospatrimonio.com/
[15] https://elordenmundial.com/mapas-y-graficos/protestas-en-america-latina-2019/
Nota sobre el autor
Jeffer Chaparro Mendivelso. Geógrafo y Doctor en Geografía Humana. Ha investigado sobre las tecnologías digitales, la educación no escolarizada, el turismo crítico, el antropoceno, la crisis ambiental, el cine, las comunidades neorurales y los grupos neoancestrales. Ha colaborado con organizaciones sociales vinculadas a la educación sin escuela, la permacultura, la agricultura orgánica, la conservación ambiental y la restauración ecológica. Es docente de la Universidad Nacional de Colombia y colaborador del portal de Geocrítica de la Universidad de Barcelona. Es parte del equipo asesor de Crítica Urbana.
Para citar este artículo:
Jeffer Chaparro. ¡No son protestas aisladas!. Crítica Urbana. Revista de Estudios Urbanos y Territoriales Vol.5 núm. 22 Espacio público, espacio en conflicto. A Coruña: Crítica Urbana, enero 2022.