Por Bert Gellynck |
CRÍTICA URBANA N.9
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Las afueras de la ciudad no son atractivas. Parecen sin forma y sin terminar: un patio de recreo para proyectos desairados que nunca sobrevivirían en el centro de la ciudad o en el paisaje rural. En este artículo se describe una serie de tareas para las afueras de la ciudad, y las ilustra sobre la base de ejemplos de su propia práctica belga. Concluye con diez pistas para, conjuntamente con aquellos que ya están activos en las afueras, lograr ordenarlas.
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Las afueras espantan a arquitectos y urbanistas, porque no ven dónde colocar su arquitectura sensible o su plaza animada. A los ecologistas también les espantan, pues a menudo no perciben nada más que un desierto inerte, donde los aparcamientos cada vez más grandes y la agricultura industrial triunfan por su utilitarismo. Y, sin embargo, según el autor de este artículo, existe un gran potencial en el “patito feo” del desarrollo urbano.
Las afueras de la ciudad son inevitables, a pesar de ser tratadas con desdén desde el diseño urbano y la planificación. No parecen ser ni el territorio de los arquitectos y urbanistas, ni el campo de acción para el paisajista, debido a la falta de estructura espacial o de naturaleza valiosa. A menudo son paisajes fragmentados, en los que todavía se reconoce un pasado agrícola, puntuados por retazos residenciales, almacenes minoristas, actividades artesanales, y veteados por una red de infraestructura de movilidad que parece indispensable para que el sistema funcione.
Son áreas donde los responsables políticos parecen prescindibles, y donde el poder parece estar en manos del capital privado. Es donde los propietarios a menudo especulan con proyectos residenciales, y donde el sector minorista y de distribución está buscando espacio para nuevos desarrollos comerciales. Son áreas donde la agricultura tradicional ya no parece ser rentable debido al tamaño reducido de las parcelas y a los conflictos con los nuevos residentes, molestos por el olor de un carro de estiércol y el veneno del aspersor. Son paisajes fragmentados donde la naturaleza parece estar ausente y los cursos de agua se secan a causa del macadam que avanza; lugares donde los setos, matorrales y mimbreras tuvieron que dar paso a una maquinaria industrial agrícola y a una infraestructura verde domesticada.
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Nuevas cuestiones para las afueras
¿Dónde podemos encontrar inspiración para dar forma a las afueras de nuestras ciudades? La historia del urbanismo nos ofrece una biblioteca completa con ejemplos más que convincentes. Por nombrar algunos: Las “Ciudades Jardín del Mañana” de Ebenezer Howard, la “Broadacre City” de F.L. Wright, la “Non-Stop City” de Archizoom, la “Ciudad Genérica” de R. Koolhaas, la “Metrópoli-alfombra” de W.J. Neutelings, o incluso el “Paisaje Dromoscópico” de P. Virilio. A pesar de esta producción intelectual, en la práctica siempre ha resultado difícil motivar a los responsables políticos locales a embarcarse en un proyecto ambicioso para las afueras de no importa qué ciudad. En contraste con aquellos proyectos que intervienen en la renovación de cascos históricos o de centros urbanos, la prioridad política de las afueras de la ciudad es muy baja y las inversiones dedicadas a su renovación parecen aplazarse continuamente. La necesidad añadida de tener que cooperar con los municipios vecinos, lo que puede ser una razón para la lentitud administrativa o la fricción a nivel político, no hace sino complicar aún más las cosas. Las afueras se ven pues como un lugar para construir las infraestructuras necesarias para el funcionamiento de la ciudad contemporánea, pero que no parecen encajar en el tejido urbano compacto, tales como talleres de industria urbana, centros de distribución y mayoristas, generación y distribución de energía, procesamiento y reciclaje de residuos, recreación a gran escala, tratamiento de aguas, etc.
Hoy, a pesar de la resistencia que las afueras muestran frente a cualquier empeño de planificarlas, parece más que nunca necesario mirarlas con nuevos ojos y convertirlas en partes esenciales del paisaje urbano y de sus redes de espacios abiertos. Las ciudades de todo el mundo se enfrentan a la pregunta de cómo hacerse más resistentes al clima, cómo reducir su huella de carbono, cómo estimular la transición de una economía lineal a una economía circular, cómo frenar la perdida dramática de biodiversidad en ellas…
Las afueras de la ciudad están preñadas de oportunidades para lograr estos objetivos sin tener que renunciar a la calidad de vida en ellas, siempre y cuando seamos capaces de adoptar un acercamiento pluridimensional a su organización, que tenga en cuenta desde la agricultura de ciclos cortos, terrestre, a la innovación tecnológica que supone que un invernadero se pueda calentar con el calor y el CO² residuales de un edificio de oficinas adyacente. También desde un punto de vista del cambio climático las afueras ofrecen numerosas ventajas, al menos si somos capaces de frenar su creciente mineralización a causa de la construcción de nuevas urbanizaciones e infraestructuras que extienden la “isla de calor” desde el centro hacia la periferia. Se hace urgente reservar suelo que sea permeable para amortiguar el agua de lluvia y conservarla durante los cada vez más frecuentes períodos de sequía. También desde una óptica productiva, las afueras ofrecen lugares adecuados para las empresas comprometidas en una transición circular de nuestra economía, con el fin de separar, procesar y mejorar los flujos residuales urbanos, como materiales de construcción, textiles, productos electrónicos, y fracciones residuales orgánicas. Y, por último, las afueras representan una real oportunidad de cuestionar un estilo de urbanización sin restricciones a otro respetuoso con los limites planetarios.
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Planes para las afueras de la ciudad: dos ejemplos extraídos de la práctica
1 – Park Groot Schijn en Amberes
En el este del límite municipal de Amberes había una gran zona des-estructurada de 82 ha. La zona estaba atravesada por una carretera y rodeada de varias parcelas residenciales, un centro comercial, equipamientos locales (escuela, cementerio) y un gran parque (Rivierenhof). En el pasado, fue una meseta agrícola regada por 2 cursos de agua, el Groot Schijn y el Koude Beek, como lo atestigua una antigua granja en el corazón de la zona. Con el tiempo, la función agrícola desapareció, el lecho de invierno de los cursos de agua se llenó de basura y una llanura de relieve irregular llegó anunciando una línea de ferrocarril que nunca llegó. Al norte de la carretera, las parcelas abandonadas llegaron a manos de la ciudad de Amberes, que, sin un plan claro, otorgó concesiones a clubes deportivos y de ocio. El área creció de forma orgánica, convirtiéndose en un paisaje poblado por más de 50 terrenos diferentes para asociaciones (deportivas), huertos, un parque de caravanas …, y carente de estructura.
A principios de la década del 2000, el municipio hizo un primer intento de controlar el desorden y elaboró un RUP (un plan de desarrollo urbano local con carácter regulador). Debido a que la ciudad poseía grandes extensiones de tierra, los usuarios y residentes apenas fueron consultados durante el proceso de su elaboración. Este enfoque causó mucho resentimiento entre los usuarios y provocó una tormenta mediática contra el ayuntamiento y amenazas con procedimientos legales. Con el fin de restaurar la confianza, en 2007 un comité integrado por la ciudad y una representación de usuarios y residentes elaboró un documento o carta que establecía que cualquier plan de ordenación debería hacerse dentro de un marco participativo.
La implementación de este plan se confió a la empresa autónoma municipal de desarrollo AG VESPA y se designó un equipo multidisciplinar independiente para el diseño urbano y del paisaje (integrado por maxwan, 1010 y Karres & Brands). La organización del proceso de coproducción entre la población, los diseñadores y el municipio estaban en manos de un movimiento civil, formado por residentes y representantes de las numerosas asociaciones y clubes deportivos de la zona.
Tras un intenso proceso de coproducción de 12 meses con los usuarios y habitantes de la zona de estudio, se entregó un plan director a finales de 2010. Este plan parte de una visión espacial a largo plazo que propone la transformación paulatina de un paisaje utilitario a un parque con una estructura ecológica robusta gracias a una trama de juntas plantadas y un paisaje diverso capaz de acomodar diversas formas de recreación compuesto de cámaras especializadas.
El plan director contiene una serie de herramientas de planificación adaptadas a los diferentes horizontes temporales de la reconversión: corto, mediano y largo plazo. Para aquellas zonas donde existe un cierto grado de certidumbre acerca del presupuesto y del programa se elaboran anteproyectos, y para las zonas donde el futuro es menos claro, se elaboran varios escenarios de futuro encargados de guiar la formulación de políticas.
Mientras tanto, diez años después, el parque aún está en pleno desarrollo. La primera zona rehabilitada, al sur del parque, se construyó en 2013 para acomodar huertos urbanos, así como una zona inundable. Este primer proyecto marcó la pauta en términos de ambiciones ecológicas y calidad de imagen, y también aseguró el apoyo incondicional del gobierno y técnicos municipales, de modo que las siguientes fases de rehabilitación del parque pudieran ser financiadas y ejecutadas más fácilmente.
2 -Plan estratégico para el Zennebeemden
El Zennebeemden es una zona de aproximadamente 350 hectáreas, ubicada en la periferia sur de la Región de Bruselas Capital, a caballo con la región flamenca. Aunque estemos a solo 7 km de la Grand Place de Bruselas, es sorprendentemente verde, mientras que las zonas circundantes ya estaban fuertemente urbanizadas en el pasado con desarrollos residenciales y comerciales. La zona se ha mantenido verde debido principalmente al alto riesgo de inundaciones por su posición en la inflexión con el cerro de Moensberg y atravesada por los meandros del rio Senne, riesgo que, con los largos períodos de sequía y lluvias cortas pero intensas del cambio climático, no hará más que aumentar en las próximas décadas.
Hasta mediados del siglo XX, este paisaje estuvo caracterizado por una industria manufacturera basada en productos agrícolas derivados: en las áreas más bajas había bosques de producción para las fábricas de papel locales que también usaban el agua del Senne en el proceso de producción. Y en las partes altas del valle, frutales para la producción de cervezas de frutas. Las fabricas todavía están presentes aquí y allá, aunque abandonadas, y también quedan restos de explotaciones de álamos y algunos viejos huertos, aunque su función productiva haya desaparecido hace tiempo.
La construcción de una autopista en la columna vertebral del valle fue el último golpe mortal para la cohesión espacial y ecológica de la zona. Muchas parcelas se convirtieron en jardines privados o en prados para mantener el caballo. Las tierras restantes son utilizadas por los pocos agricultores que quedan como tierras de pastoreo para el ganado, la siega o la agricultura tradicional (maíz, trigo, etc.). Las autoridades locales (3 municipios en 2 regiones diferentes, cada una con sus propias responsabilidades en la ordenación territorial) dejaron hacer, pero algunas inundaciones recientes en el área han dejado claro que esta actitud ya no puede justificarse. Fue entonces la provincia del Brabante Flamenco quien decidió tomar el toro por los cuernos y elaborar un plan estratégico para el área, más allá de los límites municipales.
El plan se basa en los siguientes objetivos: mejorar la gestión del agua en el valle del Senne, fortalecer la estructura ecológica del paisaje junto con los agricultores todavía presentes y desarrollar una estructura recreativa entre el área urbanizada y el espacio abierto. El plan busca determinar las inversiones que serán necesarias para permitir una mejor gestión del agua, pero también ofrece puntos de anclaje para que las autoridades locales, empresarios, agricultores y colectivos ciudadanos comiencen colaborar, una forma de enmarcar las iniciativas fragmentadas que tienen lugar en la actualidad mediante una política espacial común.
El plan se elaboró en varias fases. El primer paso fue leer el paisaje desde una perspectiva metabólica, ilustrando las relaciones históricas y las interdependencias entre la naturaleza y la economía. El segundo paso fue elaborar una hipótesis para el desarrollo espacial, a través de bocetos que abordaban toda el área de estudio y representaciones espaciales centradas en lugares específicos. Este material sirvió de base para un proceso de consulta con varios representantes de las administraciones regionales (representantes sectoriales de la gestión del agua, la naturaleza y las zonas forestales, la movilidad, el desarrollo económico local, etc.), autoridades locales (personificando los 3 municipios), un colectivo ciudadano (Ruisbroek Droomt) y otras partes interesadas en el mundo rural (asociaciones ecologistas y de agricultores). Este proceso de consulta fue particularmente útil en determinadas áreas. En primera instancia, era necesario dejar que los diferentes actores se conocieran, sacarlos de su “zona de confort” y escuchar mutuamente las expectativas y necesidades de los otros socios alrededor de la mesa. En segundo lugar, esta consulta fue necesaria para comprobar la precisión de la hipótesis del desarrollo espacial (p.ej. un administrador del agua puede explicar mejor un problema de inundación a partir de su conocimiento del pasado) y el apoyo eventual que recibirá (p.ej. la hipótesis se ajusta o no a una agenda de política local, y en qué partes de dicha hipótesis existe acuerdo o división de opiniones).
¿Cómo organizar una consulta con actores de orígenes muy diversos sobre el futuro de un gran territorio que es competencia de diferentes administraciones? La imaginación juega un papel esencial, y las ilustraciones tridimensionales de tipo axonometría o collage ayudan a traducir la jerga técnica y hacerla transparente para un laico, de modo que él o ella también puedan entender de qué va, así como su impacto espacial (p.ej. un subsidio para medidas de lucha contra la erosión o la desconexión de un alcantarillado respecto al río).
En el plan para el Zennebeemden logramos dar algunos pasos importantes durante un período de 12 meses. Los diversos objetivos se ajustaron tras el proceso de consulta y, con el apoyo de los responsables políticos locales, se definieron las tareas pendientes en varios lugares del área de estudio. Además, se encontró un primer subsidio modesto para el rediseño de una parte del valle, resultado de una convocatoria de propuestas lanzada por el gobierno flamenco para apoyar proyectos que deseasen restaurar la relación entre el agua y el paisaje de una manera innovadora.
El plan para el Zennebeemden ofrece un marco sustantivo para desarrollos futuros, pero la cuestión de quién puede activar y coordinar los diversos proyectos sigue sin respuesta por el momento. Las autoridades locales no tienen recursos suficientes para nombrar un encargado de proyecto y buscan en las instancias superiores el apoyo para lograrlo.
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10 lecciones para trabajar en las afueras de la ciudad
1. La ordenación de la periferia es una historia multidisciplinar por excelencia. En ningún otro lugar el desarrollo urbano está tan íntimamente entrelazado con la naturaleza, la agricultura o la gestión del agua, y reunir el conocimiento originado en estas diversas disciplinas es de importancia vital para las afueras.
2. Las afueras a menudo parecen un conjunto desordenado, pero es al observar el capital ecosistémico que existe en ellas (suelo, agua y biomasa) cuando la estructura se muestra.
3. Las afueras no conocen divisiones estrictas entre ciudad y paisaje, o entre economía y naturaleza, sino que son como una bisagra entre biotopos vinculados entre sí por conexiones productivas.
4. Las afueras son difíciles de encasillar en palabras, pero son extremadamente fotogénicas, por lo que salen mejor paradas cuando se evita la jerga técnica o complicada y se moviliza su valor icónico para que todos puedan participar en la conversación.
5. Las afueras necesitan grandes sueños pero también necesitan proyectos pequeños y factibles que coloquen la primera piedra y sean capaces de generar confianza y atraer nuevos recursos financieros.
6. Las afueras tienen sus héroes fuera de la mesa de reuniones oficial, por lo que es imprescindible dialogar con los representantes de los diversos sectores de la sociedad para ser capaz de encontrar los socios inesperados, pero también los enemigos anticipados, de modo que pueda anticipar de donde viene el viento en contra.
7. Los planes para las afueras no son anteproyectos sino planes guía: flexibles y capaces de responder a las dinámicas e ideas cambiantes, pero suficientemente robustos como para alcanzar los objetivos globales.
8. Las afueras son un espacio de experimentación e innovación. Por ejemplo, es allí donde las empresas comprometidas con la transición de la economía lineal a la circular separan, procesan y reutilizan los flujos residuales urbanos, como materiales de construcción, textiles usados, productos electrónicos, o residuos biológicos. Es allí donde los roles no están todavía asignados.
9. Las afueras son como el amortiguador de las ciudades: cuando llueve mucho son ellas las que absorben la mayor parte del exceso de agua, y cuando hace mucho calor, son el único sitio donde estar al fresco, y los bosques y baldíos plantados son los mejores captadores del CO2 que nuestras ciudades emiten. Pero es que además también son la vía de escape cuando las cosas se ponen feas en la ciudad: vivir en ellas es más barato, por los alquileres, pero también por la posibilidad de hacerse más autosuficiente.
10. En las afueras inevitablemente chocas con los límites de los poderes territoriales. La cooperación entre diferentes municipios es a menudo necesaria. El papel de un buen coordinador con un carácter visionario y empático es crucial.
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Nota del autor
Bert Gellynck es arquitecto y urbanista belga. Es profesor del Departamento de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Gante. Dirige, junto con su compañera Nadia Casabella, la agencia 1010 Architecture Urbanism, radicada en Bruselas, www.1010au.net.
Para citar este artículo: Bert Gellynck. ¡Saludos desde la periferia!. Crítica Urbana. Revista de Estudios Urbanos y Territoriales Vol.2 núm. 9 El paisaje. A Coruña: Crítica Urbana, noviembre 2019. |