Por Deborah Gentès |
CRÍTICA URBANA N.30 |
En 1968, asociado a un colectivo, Palle Nielsen creó, en la sala monumental del Museo de Arte Moderno de Estocolmo, The Model. Un modelo para una sociedad cualitativa; una instalación participativa en la que los niños experimentan con el juego y su creatividad, para servir de modelo a los adultos y cambiar la sociedad.
Al transformar el espacio del museo en una zona de juegos para niños, Palle Nielsen crea un contraespacio, una heterotopía para utilizar un concepto foucaultiano, que invierte la relación educativa en las instituciones y santifica la infancia como modelo de relación con el mundo y con otros, performativos.
The Model, en el Museo de Arte Moderno de Estocolmo en 1968
Graduado por la Real Academia Danesa de Bellas Artes, Palle Nielsen se define a sí mismo como un “activista social”, que colabora con estudiantes de diferentes disciplinas (arte, sociología, arquitectura, urbanismo, etc.) y residentes en proyectos de desarrollo de nuevos barrios en las afueras de las grandes ciudades que dan a los niños un lugar en la ciudad. La experiencia del Modelo fue entonces parte de un cuestionamiento radical de la sociedad y su economía capitalista, del cual el museo representó la forma paroxística de la transformación de la energía creativa en un objeto comercial, destinado a una élite.
A la entrada de la sala de exposiciones, el público pudo leer bajo el título: “Esto no es una exposición, es una exposición para los que no juegan. Los que juegan, adultos y niños por igual, son parte de la obra”. The Model encontró el apoyo inmediato del público: 35.000 personas, entre ellas 20.000 niños, acudieron durante las tres semanas de apertura y esperaron varias horas en cola antes de poder entrar al museo para vivir la experiencia del juego y de la creación in situ. Una fotografía del archivo muestra al entonces ministro de Educación sueco, Olaf Palme, de visita con su hijo, saltando por los aires para aterrizar en bloques de espuma.
Olvido y resurrección del Model
La deconstrucción del espacio museístico a través de The Model le valió a Palle Nielsen fuertes críticas por parte de la comunidad artística, de la que se apartó para dedicarse exclusivamente al diseño de zonas de juego infantiles en las afueras de las grandes ciudades en plena expansión. Mientras tanto, The Model, que él define como un “marco” que transpone el juego infantil al estatus de obra de arte, quedó relegado al recuerdo de un paréntesis encantado o de una revolución fallida hasta 1999, cuando el crítico de arte danés Lars Bang Larsen toma contacto con él, interesado en el Model para un estudio.
Fruto de esta colaboración, Palle Nielsen donó en 2006 todo el archivo del experimento de Estocolmo de 1968 al Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA), convirtiéndolo en objeto de exposición e investigación para la comunidad artística que se había iniciado, primero en España, luego en Francia, Inglaterra y Alemania, hasta la Nuit Blanche de París en octubre de 2013. Este evento, que permite el acceso gratuito al arte contemporáneo expuesto en el espacio público, reinstala The Model cuarenta y cinco años después de Estocolmo, en el corazón de un barrio popular, en la plaza de la Batalla de Stalingrado del distrito 19 de París, para acoger a los niños y a sus familias.
Energía creativa en el corazón del museo
La instalación ocupa gran parte de la plaza. Se compone de varias zonas de actividades dispuestas bajo carpas y también en el exterior. Está dividida en dos secciones, para niños de 3 a 6 años y de 7 a 12 años. En primer lugar, los niños implican sus cuerpos en la instalación lanzándose, como en Estocolmo, desde pasarelas de madera contra bloques de espuma, y después realizan actividades creativas libres: se disfrazan, se maquillan, pintan en grandes paneles de madera, dibujan, juegan, saltan sobre neumáticos, etc.
Palle Nielsen se ha alejado radicalmente de la idea de una exposición de arte como lugar para admirar obras en silencio. Sitúa la energía en el centro del museo porque, en su opinión, saltar sobre bloques de espuma permite a los niños liberar tensiones y dar rienda suelta a su creatividad. Aquí, los niños son artistas, en acción y en creación; una representación opuesta a la que se tiene hoy en Francia, aunque durante un tiempo fuera defendida por artistas e intelectuales en el movimiento surrealista de entreguerras y, más tarde, en el movimiento CoBrA, por ejemplo.
Un marco para ir más allá de los estereotipos
En los distintos centros de actividades, los mediadores adultos apoyan las sugerencias de los niños fomentando la comunicación no verbal. Lo primero es dejar hacer a los niños, y para ello los adultos tienen que ponerse a su nivel y hacerlo con ellos. The Model da a los niños tiempo para producir una obra y ser la obra que producen, experimentando una relación diferente con el tiempo: la de inscribirse en un marco temporal; y, al hacerlo, mostrar a los adultos la experiencia del tiempo presente.
En la experiencia de juego, los niños pueden reproducir estereotipos basados en una cultura infantil influida por los éxitos de taquilla estadounidenses. Por ejemplo, los niños se visten de superhéroes y las niñas de princesas, pero en el transcurso del juego pueden cambiar los papeles y experimentar una desviación de la norma. El antropólogo L.A. Hirschfeld explica que los niños desarrollan capacidades cognitivas que les permiten aprender más fácilmente “naturalizando” categorías sociales como el género, el parentesco, la edad, la raza, etc., y que son los adultos quienes validan estas categorizaciones asociándolas a formas de poder y autoridad.
El objetivo de Palle Nielsen es invertir el proceso, proponiendo un “marco” que haga visible la reproducción de ciertos estereotipos, pero también la posibilidad de deconstruirlos mediante el juego y la creatividad. Al observar a los niños, nos observamos a nosotros mismos, y sus interacciones también reflejan nuestros propios condicionamientos. Los niños siempre tendrán la oportunidad de escapar a las representaciones estandarizadas, si se les sitúa en un entorno que fomente la multiplicación de interacciones y el tiempo necesario para explorar distintas posibilidades.
De 1968 a nuestros días, ¿qué Modelo debemos seguir?
En este sentido, The Model de París parecía una “salida museística” revolucionaria que reinstauraba la omnipotencia con la idea de que los niños son capaces de producir algo fuera de un proyecto educativo formal. Pero al comparar esta instalación con la de 1968 en el museo de Estocolmo, parecía encogerse sobre sí misma y cambiar su unidad de medida, como si los límites dentro de los cuales se dejaba libertad a los niños para experimentar se hubieran acercado singularmente. La principal diferencia entre las dos instalaciones radica en el hecho de que, en 1968 en Estocolmo, los niños participaron en la fabricación de la propia estructura.
Las fotografías muestran a niños a varios metros del suelo, con martillos, clavos y tablones, construyendo su propio espacio de juego multidimensional, y a un niño de 2 años en la parte inferior de la estructura con una sierra en la mano. Los niños también se disfrazaron con trajes cedidos por la ópera y máscaras con los retratos de los líderes políticos del momento, Mao Tse Dong, Charles De Gaulle y Fidel Castro. Al mezclar la imaginación burlesca de la ópera con la situación política internacional, Palle Nielsen implicó a los niños en una puesta en escena interpretativa del mundo.
En 2014, The Model fue adquirida por el Museo de Arte Contemporáneo de Arken, una pequeña ciudad al sur de Copenhague, en la forma adaptada desde 2013 en París, y llevada a las normas de seguridad europeas. Palle Nielsen justifica esta institucionalización de The Model en un museo, presentándola como un acto aún más revolucionario que el de 1968 en Estocolmo, porque, en su opinión, la sociedad se ha vuelto rígida. Está menos abierta a la experimentación y a la contracultura. Globalizada, los objetos de la infancia y la relación con los niños se han estandarizado en cierto modo, y el miedo al riesgo y la prevención de la experimentación sensible con el mundo han sido sustituidos por la tecnología digital. Mientras que en 1968 era a los adultos a quienes Palle Nielsen quería reconectar con la infancia, porque se dirigía a su generación, la nacida durante la guerra y su trauma civilizatorio, hoy son los propios niños a quienes quiere reconectar con su propia infancia, basada en la experiencia del juego y la creatividad, en el hacer y el imaginario, fuera de los mundos virtuales.
Conclusión
La trayectoria del Model muestra que la construcción de un ideal de infancia, basado en el juego y la energía creativa de los niños, que puede haber sido “instituido” en Dinamarca, sigue siendo, sin embargo, diferenciada según los contextos históricos y culturales. De este modo, el lugar y el papel que los adultos otorgan a los niños en un museo revelan una relación con la infancia y con los niños en la educación, en función de la importancia concedida a su punto de vista y de la forma en que se expresa. Entre 1968, en Estocolmo, y 2013, en París, The Model no perdió su eficacia heterotópica; siguió siendo ese contraespacio que denuncia los demás espacios formales en los que se forja una relación educativa con los niños, por el hecho de que siempre introduce en los adultos un temor o una fascinación por el desbordamiento de la infancia.
Traducción de Daniel Narváez
Nota sobre la autora
Deborah Gentès es profesora de pedagogía en la Universidad París 8 Vincennes-Saint-Denis, y miembro del laboratorio EXPERICE.
Para citar este artículo:
Deborah Gentès. The Model de Pallen Nielsen: juego infantil en el centro del museo. Crítica Urbana. Revista de Estudios Urbanos y Territoriales Vol.6 núm. 30 Ciudades, infancias y juegos. A Coruña: Crítica Urbana, diciembre 2023.