Por Emanuela Bove |
CRÍTICA URBANA N. 33 |
En marzo del 2023 se inauguraba en Barcelona, en el distrito de Sant Andreu, el MUHBA Bon Pastor con el objetivo de «crear el Centro de Interpretación de la Vivienda Obrera a fin de “preservar la memoria histórica” del barrio».
El equipamiento ocupa diez de las dieciséis viviendas que permanecen del polígono de Casas Baratas del Bon Pastor, uno de los cuatro conjuntos construidos en los años veinte del siglo pasado para realojar a la población que vivía en las barracas de Montjuïc donde, en1929, se celebraría la Exposición Internacional de Barcelona. Estas dieciséis Casas son las únicas que se conservan de las 784 que componían una barriada popular y una forma de vivir, que a principios de este siglo se consideró obsoleta y, por tanto, se sometió a un proceso de “remodelación” urbanística que decretaba su derribo integral.
El proyecto del museo nace el 2010, por iniciativa de la Associació de Veïns i Veïnes del Bon Pastor (AVVBP) a través de un convenio estipulado con el Distrito de Sant Andreu, el Museo de Historia de Barcelona y con el respaldo del Patronat Municipal de l’Habitatge de Barcelona (PMHB)[1].
Diferentes preguntas quedan todavía sin respuesta. ¿Qué preserva la memoria de un barrio: su tutela integral, como espacio vivo y habitado, o su tabula rasa? Ante un patrimonio, tangible o intangible, relacionado con la memoria, los recuerdos y las vivencias, individuales y colectivas ¿cómo y quién decide lo que se conmemora y lo que no? ¿Y sobre qué recaerá el olvido? En Bon Pastor el proceso de remodelación de las Casas Baratas ha significado la ruptura violenta y traumática de una comunidad que a lo largo de décadas se había percibido y definido como “una gran familia que habita un pequeño pueblo” en la periferia de la ciudad.
La remodelación
Los cuatro polígonos de casas baratas fueron realizados por el PMHB en diferentes áreas incomunicadas y periféricas de Barcelona según la misma morfología: viviendas unifamiliares adosadas, de planta baja, dispuestas en cuadrícula con pequeñas plazas[2]. La marginalidad era el denominador común de esta actuación urbanística que desatendió muchos de los requisitos marcados por la legislación en la materia, así como su objetivo inicial de configurar un modelo de vivienda obrera. El déficit habitacional de equipamientos, infraestructuras y servicios de estos polígonos ejemplificaba una ciudad segregada según una geografía de clase y la estigmatización de la población obrera inmigrante. Pese al abandono institucional, la autorganización de sus habitantes dio respuestas a las necesidades cotidianas. Una labor que dignificó los hogares y el entorno y, además, generó un sentido de comunidad, apego e identidad. Un sentir y vivir amplificado por la estrecha relación entre las viviendas y la calle, lo doméstico y lo comunitario.
En mayo de 2002 la aprobación de la Modificación del Plan General Metropolitano en el sector del Bon Pastor establecía las 5 fases de remodelación del polígono de las Casas Baratas. Sus 784 viviendas de protección oficial en alquiler serían gradualmente derribadas y remplazadas por 1.000 pisos destinados mayoritariamente a realojar a los inquilinos de las Casas. Las nuevas viviendas serían de compra, alquiler o régimen vitalicio suponiendo, pues, una privatización parcial de un parque residencial público exiguo y del todo insuficiente para atender las necesidades sociales. La obsolescencia y deficiencia edificatoria eran algunos de los argumentos que respaldaban la intervención urbanística y legitimaban el derribo integral como un principio incuestionable. La finalización de la remodelación, prevista para 2010, sufriría muchos años de retraso.
El Plan era el resultado de un proceso comenzado unos años antes que supuso un cambio radical de la política realizada en los 80, cuando empezaron a verse parcialmente cumplidas, con la llegada de la democracia, las reivindicaciones vecinales que desde sus orígenes habían reclamado la mejora del barrio. En 1981 el PMHB puso en marcha una reforma del parque habitacional y del entorno que culminó, en 1987, con la aprobación del Plan Especial de Reforma Interior (PERI). Manteniendo la morfología del polígono, el PERI preveía una estrategia flexible de intervención en las Casas, centrada en su sustitución o rehabilitación según la racionalidad económica y el respeto de la singularidad del contexto.
Durante estos años en el 52% de las viviendas se realizaron obras de mejoras y ampliación (con un aumento de su superficie útil alrededor de 30 m²) hasta que, en 1988, el proceso se detuvo. Las instituciones públicas decidieron no destinar más recursos, mientras que la idea de “áreas de nueva centralidad”[3] devenía el concepto vertebrador para transformar la periferia de Barcelona en un espacio potencialmente céntrico y funcional al sistema urbano. La reconversión morfológica y productiva de los emplazamientos considerados obsoletos y ubicados en posición estratégica los convertía en espacios destinados a nuevos usos. Esta idea también asignaba al barrio del Bon Pastor un diverso papel en la trama urbana. La conservación de las Casas Baratas devenía una hipótesis incongruente con el modelo urbano marcado por los nuevos tiempos y, por tanto, una opción inexistente en el planeamiento urbanístico y en el debate posterior. En Bon Pastor, como se había planificado desde el 1985 para el Baró de Viver, el derribo integral marcaría la ruta a seguir con el fin de superar el abandono y el aislamiento de esta área y garantizar su incorporación a la ciudad postolímpica.
En 1998 la Administración hizo pública en la prensa la voluntad de remodelar el polígono. El debate se centró en cuatro propuestas para ordenar los nuevos bloques de pisos que reemplazarían a las Casas, relegando al olvido la política de conservación y mejora de los 80.
En 2000 el documento “Bon Pastor: un barri amb futur” pautaba la futura planificación. La integración con Sant Andreu y La Sagrera, la mejora de los estándares de vida y la demolición de las Casas se presentaron como el fruto del diagnóstico inicial del barrio elaborado en colaboración con la AVVBP. En 2002 concluía, con la aprobación definitiva del Plan de Remodelación, el proceso de tramitación administrativa. A lo largo de diversos encuentros entre Patronato, AVVBP y Comisión de Afectados se debatieron las condiciones económicas de compra o alquiler de nuevos pisos y los criterios para el traslado[4]. En 2003 la disconformidad de un sector de la AVVBP cristalizó en los “Avis del Barri en defensa dels inquilins de Bon Pastor”. Esta nueva entidad cuestionaba los motivos aducidos para justificar la remodelación y los acuerdos alcanzados. Expresaba el temor de muchos habitantes a perder sus viviendas por la imposibilidad de pagar la hipoteca o el alquiler de los nuevos pisos. Denunciaba la falta de información y debate necesarios para poder considerar legítimo todo el proceso y pedía un espacio de diálogo para construir una solución diferente, sin desalojos ni derribos. En apoyo a su protesta recogió más de 200 firmas y organizó una asamblea pública. Y, a través de recolectas y rifas vecinales, financió un contencioso administrativo contra el Plan y una querella criminal contra la AVVBP.
El debate se polarizó en la dicotomía casa-piso sin contemplar alternativas capaces de conciliar ambos mundos: garantizar la rehabilitación para quienes deseaban permanecer en sus casas y construir nuevos bloques de pisos para quienes querían otra forma de habitar. La diferencia de opiniones derivó en un enfrentamiento entre las familias que percibían el Plan como la tabula rasa de su mundo y aquellas que lo consideraban como el cumplimiento de sus deseos. En medio quedaba invisibilizada una pluralidad de matices respecto al proceso urbanístico y al futuro del barrio.
A más de un año de la aprobación definitiva del Plan, en octubre de 2003, la Administración optó por un “referéndum no vinculante” sobre la remodelación y las condiciones económicas negociadas. “¿Estáis de acuerdo con la Remodelación del barrio?” era la pregunta lanzada. El sí ganó con amplia mayoría y el Plan se convirtió entonces en un proceso “participativo y consensuado”. Sin embargo, esta consulta, más allá del asenso de muchas personas, reflejó también el miedo de otras a perder el derecho al realojo, la estigmatización del barrio, la falta de información y de propuestas alternativas. Tras su celebración un convenio regulador marcó el comienzo de las negociaciones casa por casa y la crispación entre favorables y contrarias se convirtió en un conflicto abierto. Los Avis acudieron a la “Plataforma Veïnal contra l’Especulació” para pedir apoyo a sus reivindicaciones y esta consideró necesario recoger más informaciones. Durante el verano de 2004 la Plataforma hizo una encuesta a los habitantes de las 150 Casas afectadas por la primera fase del Plan. Las entrevistas a individuos, familias o grupos focales mostraban un abanico de posturas y desvelaban un descontento generalizado hacia la totalidad del proceso.
La polarización del discurso quebró los lazos vecinales que hasta entonces habían constituido un vínculo y un recurso comunitario. Una fractura agravada por la incapacidad o el desinterés de la Administración en establecer un diálogo equilibrado y respetuoso entre las partes. Una praxis que, silenciando las voces disconformes, convertía a la AVVBP en el único interlocutor legítimo. En octubre de 2007 el violento desalojo de cinco familias contrarias a la remodelación visibilizó la virulencia institucional hacia el disenso. La participación se redujo a un acto de resistencia de aquellas personas que siguieron reivindicando una propuesta acorde con las necesidades y expectativas de todos y todas. La visibilidad mediática del acontecimiento fomentó la intervención de algunas organizaciones nacionales e internacionales que reclamaron una solución sin desalojos ni derribos. Desde entonces las Casas Baratas de Bon Pastor entraron en la lista de entornos en peligro de desalojos forzosos establecida por la Alianza Internacional de Habitantes (AIH) junto con ONU-HABITAT.
La posibilidad de repensar
En octubre de 2009, en el marco de la Campaña Cero Desalojos, se lanzó con el apoyo de la AIH el “Concurso internacional de ideas Repensar Bonpastor”[5]. La iniciativa, surgida de la demanda del sector vecinal disconforme con el Plan, pretendía superar la polarización del discurso. Crear un dispositivo que, a través de un aporte interdisciplinar, permitiese vislumbrar opciones alternativas al derribo integral de las Casas Baratas y evitar la fractura traumática de su comunidad. La organización del concurso fue el resultado de un proceso de aproximación al barrio e investigación-acción empezado unos años antes que dio vida al colectivo “Repensar Bonpastor”.
La convocatoria, promovida durante la segunda fase del Plan, se enmarcaba en una barriada fragmentada entre Casas todavía habitadas, derribos y nuevos bloques de pisos que permitía combinar la doble demanda (pisos y casas). Y en un contexto español afectado por el desempleo, los desalojos y las ejecuciones hipotecarias consecuentes tras la crisis financiera del 2008, en el cual era imprescindible preservar la vivienda de titularidad pública para afrontar la emergencia habitacional y garantizar un derecho fundamental. La posibilidad de repensar el futuro del barrio significaba entonces entender la planificación como un instrumento capaz de (re)adaptarse a las circunstancias y los tiempos.
El concurso, que propició la interacción de personas procedentes de diferentes ámbitos disciplinarios y geográficos y su acercamiento al entorno, despertó un gradual interés de muchos habitantes. Una creciente implicación vecinal que quedó bruscamente interrumpida en junio de 2010[6]. Durante un día algunas familias del barrio abrieron 25 Casas (de la tercera y cuarta fase del Plan cuya demolición no estaba prevista antes de 5 años), que el Patronato mantenía cerradas, pidiendo su asignación temporal para las personas que las necesitaban. Las familias fueron prontamente desalojadas y las Casas parcialmente o integralmente derribadas, con los subsiguientes problemas para las viviendas contiguas y sus habitantes junto a una ulterior degradación de la vida comunitaria. Cualquier posibilidad de repensar el futuro de la barriada quedaba así definitivamente aniquilada. Posteriormente, en El Periódico del 22 de septiembre de 2010, se anunciaba la conservación de una manzana de las Casas Baratas y el futuro museo para que «la arquitectura popular no caiga en el olvido, para que uno de los últimos vestigios de la vida vecinal en horizontal de Barcelona siga teniendo un rincón en la memoria colectiva».
Quizás sirva de contrapunto a esta idea de la memoria un fragmento de la crónica anterior al derribo en 2011 de la Colònia Castells, vestigio de las colonias fabriles en Barcelona con sus casas bajas y callejuelas: «Nada es lo que queda después de destruir un espacio de vida. Hay espacios en nuestras ciudades que fueron pensados para la convivencia, en los que las casas tienen el tamaño de las personas y en los que las personas se conocen y llevan sus vidas en común. Hay espacios que desaparecen sin dejar rastro y se convierten en la nada. Encima de la nada se construye otra nada, la de los espacios anónimos, la de los no-lugares, la de la ciudad vertical»[7].
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Notas
[1] El PMHB es ahora el Institut Municipal de l’Habitatge i Rehabilitació de Barcelona (IMHAB). El mu-seo acoge dos exposiciones: “Alojar a las mayorías. Barcelona 1860-2010” sobre la lucha por la vivienda en la ciudad, y “Vivir en las Casas Baratas Bon Pastor 1929-2010” que explica, a través de del mobiliarios y objetos cotidianos, la evolución de las Casas desde su origen hasta el 2010. https://www.barcelona.cat/museuhistoria/es/patrimonios/muhba-presencial/muhba-bon-pastor
[2] Los cuatro polígonos eran: Eduard Aunós en la Zona Franca; Milans del Bosch (Bon Pastor) y Baró de Viver cerca el río Besòs; Ramon Albó, sucesivamente denominado Can Peguera. en el barrio de Horta. Había dos tipologías de viviendas, A o B, de dimensiones entre 58 y 43 m².
[3] En los años ochenta, J. Busquets, coordinador del Servicio de Urbanismo Municipal, elaboró, mediante el concepto de «áreas de nueva centralidad», una estrategia para impulsar el desarrollo de Barcelona mediante la descentralización de las actividades terciarias. En Bon Pastor esto con-llevaba la reconversión de la antigua fábrica de La Maquinista en un centro comercial y de ocio rodeado por una nueva zona residencial, la recalificación del área del río Besos y, en La Sagrera, el proyecto de F. Gehry para la estación de tren.
[4] En 2001 se constituyó la Comisión de Afectados en representación del elevado número de familias con contratos de renta antigua. El reconocimiento del derecho a compensación para la cancelación de estos contratos, establecido por la LAU, implicaba una carga económica inviable para la Administración que consideró más conveniente ofrecer una subvención que reducía de un tercio el coste de la compra a cambio de la renuncia a las indemnizaciones.
[5] https://repensarbonpastor.wordpress.com/
[6] https://www.habitants.org/nouvelles/habitants_d_europe/barcelona._protesta_masiva_de_los_habitantes_de_las_casas_baratas_de_bon_pastor
[7] [NO-RES], vida i mort d’un espai en tres actes (2011) es un documental de Xavier Artigas.
Nota sobre la autora
Emanuela Bove. Arquitecta, investigadora independiente y docente. Su trabajo se centra en la cooperación, el urbanismo participativo, la participación ciudadana y acción comunitaria, el derecho a la vivienda y a la ciudad. Es miembro de la Taula Veïnal d’urbanisme de Barcelona, de la red SET (ciudades del Sur Europa frente a la turistificación) y del consejo redacción de Crítica Urbana. Ha sido integrante del Colectivo Repensar Bonpastor hasta el 2015. Más artículos de la autora +.
Para citar este artículo:
Emanuela Bove. Fragmentos de memoria. Crítica Urbana. Revista de Estudios Urbanos y Territoriales Vol. 7, núm. 33, Memoria y ciudad. A Coruña: Crítica Urbana, septiembre 2024.